En el marco de un nuevo Día Internacional de la Mujer Trabajadora, la licenciada en Comunicación Social Luciana Basso, referente del Protocolo de actuación ante las violencias sexistas de la UNER, se refirió a los desafíos en relación a las políticas de género en el ámbito universitario
«No había datos de lo que ocurría en las universidades argentinas», expresa Luciana Basso, egresada de nuestra casa de estudios y actual referente del Protocolo de actuación ante expresiones y acciones discriminatorias basadas en las violencias sexistas en el ámbito universitario de la UNER. Se refiere a estadísticas concretas en relación a la paridad de género, a situaciones como el techo de cristal, o el suelo pegajoso. «En ese sentido, lo que RUGE (Red Interuniversitaria por la Igualdad de Género y contra las Violencias) hizo primero fue producir datos, hacer estudios en las poblaciones universitarias para conocer la foto de cómo estamos actualmente», destaca.
Los datos publicados por la RUGE-CIN en el informe titulado Diagnóstico sobre la implementación de políticas de género en el sistema universitario argentino de 2021, indican que «el 75% de las universidades cuentan con espacios institucionales dedicados a la gestión de políticas de género, creados en su gran mayoría entre 2016 y 2020, habiendo alcanzado el 50% del sistema universitario nacional en 2018».
Este panorama es alentador, aunque la mayoría de los espacios es de jerarquía media o baja: el 55,8% tiene un rango institucional de Dirección, Programa, Coordinación o Consejería; mientras que el 37,2% posee denominaciones tales como Observatorios, Comisiones, Comités y Mesas de trabajo. Hasta la fecha de publicación del informe, solo el 7% de las universidades había dado «un salto importante en la consolidación de espacios de alta jerarquía, creando Secretarías, Sub-secretarías y Áreas específicas para abordar la agenda feminista».
Entre los motivos de surgimiento de estos espacios apareció, en mayor medida, la aplicación de protocolos de actuación ante situaciones de violencia de género y/o discriminación; seguida de la transversalización de la perspectiva de género y el desarrollo de políticas institucionales y de formación y extensión. De cualquier manera, se releva que las dos líneas de acción más importantes para el sistema universitario nacional en políticas de género son la formación (93,3%) y la atención de situaciones de violencia (88,9%).
En el cuadernillo Ley Micaela en el sistema universitario nacional, que también fue elaborado por la RUGE, se pueden encontrar algunos datos referidos a la equidad de género en espacios de gestión política universitaria. Teniendo en cuenta las sesenta y seis instituciones universitarias públicas que integran el Consejo Interuniversitario Nacional, se contabilizaron al momento de escritura del material, ocho rectoras frente a cincuenta y ocho rectores.
«Si bien esta diferencia disminuye levemente en los cargos de vicerrectorado (31% mujeres), secretarías de universidad (35% mujeres), decanato (34% mujeres), y casi va camino a equipararse en los cargos de vicedecanato (47% mujeres), el acceso de las mujeres a la cúspide de la pirámide organizacional de los cargos de gestión política está muy lejos de alcanzar niveles aceptables de equidad (SPU, 2020)», destaca la RUGE. La misma lógica se repite en los cargos docentes: a mayor jerarquía en la escala docente menor participación de las mujeres.
Por su parte, al mismo tiempo se constata un creciente aumento en la participación de mujeres en la formación superior universitaria: según datos de la Secretaría de Políticas Universitarias (SPU, 2020), en 2018, el 58% de los ingresos y el 61,1% de egresos en carreras de grado correspondió a mujeres.
Luciana Basso remarca: «En el sistema universitario argentino las mujeres somos mayoría, somos quienes más egresamos de las universidades, lo hacemos en un tiempo más corto y con mejores promedios. Sin embargo, a la hora de ocupar espacios de decisión en las universidades, en las cátedras, estamos en la base de la pirámide laboral. Se evidencia allí una situación respecto al acceso a los lugares de toma de decisión».
Techo de cristal y políticas de despatriarcalización
Los estudios feministas definieron a la escasa representación de las mujeres en los cargos más altos de poder y en los puestos de mayor responsabilidad en los distintos ámbitos laborales como techo de cristal (traducción del inglés glass ceiling). Se trata de un concepto que refiere a la «barrera invisible, pero con efectos reales, que dificulta o impide la promoción de las mujeres a lo largo del tiempo y aumenta la brecha salarial, independientemente de las calificaciones que estas tengan».
«Eso tiene que ver con las dinámicas que las propias universidades impulsan –destaca Basso–. Por eso la discusión que viene a traer RUGE con los datos producidos es acerca de las dinámicas que nos damos institucionalmente para que esos cambios, para que esas transformaciones finalmente operen en las instituciones educativas«.
El fenómeno no es privativo de las universidades argentinas, sin embargo, las estadísticas mencionadas evidencian la brecha que aún persiste. En este sentido, la RUGE señala la experiencia de algunas universidades que han iniciado procesos de reforma de sus estatutos o han aprobado normativas específicas de paridad de género en listas electivas y en la distribución de cargos de representación política. Asimismo, refiere a que comenzaron a aprobarse medidas que garantizan cupos anuales de ingreso laboral para la inclusión de personas travestis-trans.
«Creo que en nuestra Universidad un punto clave es la discusión en torno del estatuto, al Programa Institucional Participativo (PIP), son las discusiones que se dan en los Consejos Directivos y en el Consejo Superior, que necesitan orientarse hacia estos tópicos, comenzar a discutirse con el dato de los números y comenzar a interrogarlos, porque evidentemente hay que ver cómo leerlos», opina Luciana Basso.
Para la referente, el escenario que atraviesa la UNER es auspicioso: «En ese sentido, creo que estamos en un momento muy interesante porque nuestra universidad está discutiendo estas cuestiones y es algo que la comunidad universitaria completa tiene que conocer y tenemos que poder participar».
En este marco, el documento de la RUGE reconoce la importancia de llevar adelante estrategias de despatriarcalización de las universidades: «Se vuelve necesario interpelar los estereotipos y roles de género en base a los que se producen y reproducen asimetrías en los espacios políticos, pues no se trata solo de lo que ‘falta’ para que las mujeres lleguen, sino de problematizar los espacios de poder, sus modos, que han sido diseñados a imagen y semejanza de los sujetos –masculinos, cis-género y heterosexuales– que generalmente los monopolizan. En síntesis, para avanzar hacia mayores grados de igualdad real en la participación política de las mujeres y diversidades sexuales y de género, los varones también deben revisar las formas de acceder y sostener esos espacios, cuestionar y erradicar los privilegios, micromachismos y violencias allí ejercidos y, eventualmente, ceder su lugar para que otres lleguen y permanezcan».
Desafíos
La Red Interuniversitaria por la Igualdad de Género y contra las Violencias (RUGE-CIN) indica, a través de sus documentos, que «el sistema universitario nacional todavía está en una etapa de sensibilización y concientización sobre la temática». Perduran las resistencias culturales y la falta de perspectiva de género en ciertas áreas, lo que constituye un obstáculo concreto para la aplicación de los protocolos, la legitimación de proyectos y el desarrollo de políticas de género.
Sin embargo, «la línea de género forma parte del PIP, las discusiones en torno a la igualdad, la paridad en cargos electivos, los espacios de cuidado, el cupo laboral travesti-trans son cuestiones que a la Universidad le interesa discutir», indica Basso. Entre los desafíos y los debates abiertos, la referente termina con un llamado a la participación: «Es un momento que puede ser fundante para las futuras generaciones que compongan a la Universidad Nacional de Entre Ríos. Por eso es tan interesante y por eso hay que participar«.
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Imagen de nota y portada: Paula Kindsvater, CC BY-SA 4.0, vía Wikimedia Commons