Sonia Maricel Wernli, en primera persona

Publicado el: 2 noviembre, 2021 Última actualización: septiembre 23, 2024

Es Profesora y Licenciada en Ciencias de la Educación por la FCEDU | Su trayectoria ha sido diversa, con experiencias en el nivel secundario y el superior, así como de contacto con docentes de toda la provincia a través del programa EnREDarse desde el Consejo General de Educación | Su experiencia en primera persona.

 

 

“Para mí la facultad, haber estudiado, significó no sólo poder tener una formación sino un proyecto de vida”. Así empieza Sonia Wernli a contar de dónde viene: Colonia Celina, una zona rural a 50 kilómetros de Paraná, “un lugar muy pequeño, con vecinos a la distancia, caminos de tierra, la ruta más cercana es la que conduce a Villa Urquiza, a 15 kilómetros”.

Hizo la primaria en una escuelita de campo, “con una maestra única, personal único, para llegar a la escuela hacía varios kilómetros a caballo con otros compañeritos de la zona. Fue una infancia muy feliz” –recuerda y, enseguida, se detiene en su mamá: “Siempre fue la que me dijo que era importante estudiar, no quedarme en el campo, porque estudiar me iba a permitir elegir otras cosas”. 

A los 12 años empezó la secundaria en la escuela Agrotécnica N° 39 de Villa Urquiza, “un internado de mujeres”. Volvía a la casa familiar los fines de semana y, muchas veces, si llovía, “el colectivo nos dejaba en la ruta y caminaba los 15 km hasta casa”. “En el internado no sólo hacés una formación, sino que tus compañeras pasan a ser tu familia, compartís y aprendés muchísimas cosas, los docentes muchas veces eran nuestros padres mientras estábamos ahí”.

Cuando llegaba el momento de terminar la secundaria, empezó a ver qué estudiar. “Sabía que eso significaba venir a Paraná y buscar un trabajo, porque mis padres no me iban a poder solventar los estudios. Siempre tenía la necesidad de tener una profesión, un proyecto de vida, que no lo veía en el campo”. Algunas de sus compañeras, por haber ido a una escuela agrotécnica, se inclinaban por estudiar Agronomía. Ella llegó a pensarlo, pero había un profesor de Filosofía, que también daba clases en la Facultad de Ciencias de la Educación, que sin saberlo le abrió otro mundo. “Me gustaban mucho sus clases, cómo analizaba ciertas cuestiones. Siempre me gustó lo que tenía que ver con lo social”, recuerda.

Entonces, decidió venir a Paraná a la casa de su madrina y se puso un plazo de un mes para conseguir trabajo. “A los días de que terminara el mes conseguí trabajo y eso me permitió ir a un pensionado de chicas, a un precio económico. Fui con dos amigas del secundario. Conseguí el trabajo en una casa de familia, donde cuidaba cuatro chicos. En esa casa trabajé ocho años, que fue el tiempo que duró la carrera. Fue sacrificado“, resume. Y la rutina lo demuestra: “Vivía lejos, salía a las cinco de la mañana, iba a trabajar, terminaba a las dos de la tarde y de ahí me iba a la facultad, cursaba hasta las ocho y a las diez de la noche llegaba a casa”.

 

La carrera

La carrera de Ciencias de la Educación le permitía cursar a la tarde y a la mañana podía trabajar. Estudió el Profesorado y la Licenciatura, de forma paralela. “Pienso todos los años que me llevó la carrera… La fui haciendo mientras trabajaba. Después me fui del pensionado y fui viviendo con distintas compañeras que estudiaban conmigo. Dos personas que fueron amigas y compañeras de cursado fueron Celina Vivas y Mariana Ferreyra, que además vivimos juntas y me ayudaron muchísimo para llevar adelante mi carrera”, resalta Sonia. “Era muy difícil, llegaba cansada del trabajo, de cursar y ellas me ayudaban con los TP. Con Celina teníamos una computadora de esas sin teclado y me ayudaba a pasarlos. Siempre tenía la fiel convicción de que me tenía que recibir. Hacer esa carrera que me iba a abrir puertas”.

Ingresó a la Facultad en el año 1995 y terminó en 2002 el Profesorado y en 2003 la Licenciatura. “Recuerdo el día que rendí para recibirme en el Profesorado. Fui, rendí y me fui a trabajar”.

 

A pesar de los múltiples esfuerzos, de la carrera guarda “hermosos recuerdos”. “Éramos un grupo muy unido, que fuimos recibiéndonos en diferentes momentos. Tuve la suerte de tener profesores maravillosos, Germán Cantero, Susana Celman, la querida Nina Landreani, Caropressi, tantos con tanta trayectoria. Siempre recuerdo a Nina porque me parecía tan grande, recuerdo una de sus clases, un día nos dijo ¿saben lo que es enseñar? Enseñar es transmitir, saber transmitir la pasión”.

Sonia vuelve sobre sus pasos: “Todos tenían muy claro lo que querían hacer, en cambio, yo no sabía si me iba a gustar enseñar, dar clases. Pero el primer día que di clases, sentí que había elegido bien. Me gusta la música, escribir y me gusta transmitir… cuando di clases sentí eso: que podía transmitir a otros algo. Eso hizo que reafirmara que estaba en el camino correcto”. 

 

Experiencias y trayectoria

En el año 2002, terminando la carrera, fue becada como Auxiliar de Investigación en la FCEDU, “porque con Mariana Ferreyra habíamos hecho la pasantía en el marco del trabajo de la Licenciatura en el hogar Nuestro hogar –en ese momento se llamaba así–, que estaba en
calle Catamarca. Para nosotras fue una experiencia significativa. Me becaron y luego fui adscripta en la catedra de Filosofía de la Educación, no terminé la adscripción pero fue una experiencia hermosa, con Patricia Cabrera, a quien aprecio y de quien aprendí mucho”.

Cuando se recibió de Profesora, siguió “trabajando en la casa de familia cuidando a los niños” y continuó cursando la Licenciatura. “Cuando la terminé, empecé a trabajar en escuelas secundarias. En la Escuela Bazán y Bustos, donde tenía mi mayor carga horaria, tuve mi primer concurso. Tomé las 36 horas ahí, porque justo la profesora se había tomado una licencia”.

Después trabajó en la Escuela Técnica Nº 1 y en la Escuela Falconier, una escuela nocturna. “En las tres escuelas fui titular, di Psicología, Filosofía, Sociología, Formación Ética, Taller de Investigación, Tutorías”, repasa. Actualmente, y desde el año 2014, es docente en el Profesorado de Inglés y en el Profesorado de Educación Secundaria en Lengua y Literatura del Instituto Superior República de Entre Ríos en la ciudad de María Grande. En dicho instituto, además se desempeñó como Coordinadora de Práctica Docente.

En el 2007, a partir de la convocatoria de proyectos EDI, “había que hacer un propuesta de resolución pacífica de conflictos y empiezo a buscar qué podía hacer. Veo una experiencia en Chaco que se había hecho, sobre alumnos mediadores. Presento la propuesta de formar alumnos mediadores y la hago en la escuela Bazán y Bustos. Fue una de las primeras experiencias en la provincia que se realizaron. A partir de eso, en el 2008 me convocan a trabajar como Técnica Capacitadora de del programa EnREDarse, en la Dirección de Planeamiento Educativo del CGE”, cuenta.

Durante esos años, viajó por todos los departamentos de la provincia haciendo capacitaciones con otras compañeras, “armamos todo lo que fue el material teórico y didáctico de los proyectos formativos, los cuadernillos, la sistematización de los trabajos que les pedíamos, el monitoreo, también capacitamos junto a un equipo del Ministerio de Nación a supervisores y docentes de los Institutos de Formación Docente. La experiencia de Mediación Educativa marcó mi vida. Aprendí mucho sobre cómo abordar situaciones de conflicto, sobre la comunicación, un montón de cuestiones que para mí fueron muy significativas“.

 

En el 2009 dejó el Consejo General de Educación y comenzó a trabajar en la escuela Gaucho Rivero como asesora pedagógica. “En el 2012 quedo embarazada de Antonio, mi primer hijo –tengo también a Sebastián de 5– y después ya no volví a la escuela secundaria”. En el 2014 se presentó a un concurso en el Instituto Superior República de Entre Ríos, en María Grande, y ganó sus primeras horas en el Profesorado de Inglés, “desde allí sigo dando materias como Didáctica, Pedagogía y en todo lo que es el área de las prácticas docentes”.

Cuando retoma por qué está en el camino que está, vuelve sobre Nina Landreani: “para mí enseñar, educar, tiene que ver con transmitir lo que siento, cómo lo siento, las cosas que pienso”.

Y continúa después, para terminar: “Me sensibiliza mucho enseñar, me gusta generar vínculos con mis estudiantes, saber qué sienten, qué les pasa, conectar con ellos. Considero que para mí fue difícil estudiar, armarme ese proyecto y, muchas veces, creo que es importante que cuando estamos frente a un estudiante sepamos que estamos frente a una historia, a alguien que deja cosas para estar ahí, que hace un esfuerzo. Me veo reflejada en eso. Creo que mas allá de los títulos y de las formaciones y capacitaciones, esta carrera ha sacado lo mejor de mí“.

Producción general: Belén Cacik
Sonia Maricel Wernli, en primera persona
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