Se llevó a cabo «Paraná, tacita de porcelana», un recorrido literario guiado por obras de Roberto Arlt, Amaro Villanueva y Francisco D. Segovia –publicadas por EDUNER–, quienes registraron en su escritura pasajes y escenarios de la ciudad | Contó con la narración de Silvina Suárez, de «Paraná te cuento», y la participación de un grupo diverso y numeroso | La actividad tuvo lugar el martes 14 de noviembre, comenzó en Plaza de Mayo y terminó en el Museo Histórico Martiniano Leguizamón.
A través del Proyecto de Innovación Pedagógica “Literatura, ciudad y comunicación: hacia un recorrido por Paraná a través de los libros”, con la participación de cátedras de la Licenciatura en Comunicación Social, de estudiantes de la Tecnicatura Universitaria en Edición y del Museo Histórico de Entre Ríos, se propuso realizar un recorrido por algunos sitios de la ciudad de Paraná con el propósito de fomentar la lectura y transformar el modo de percibir los espacios urbanos que transitamos habitualmente.
Para ello, se siguieron tres obras pertenecientes a la colección Cuadernos de las orillas de la Editorial de la Universidad Nacional de Entre Ríos – EDUNER: Paraná, rosa de otoño, de Amaro Villanueva, Aguafuertes fluviales de Paraná, de Roberto Arlt y Del pasado entrerriano. Cuentos y anécdotas paranaenses, de Francisco D. Segovia.
Los tres autores recorrieron la ciudad en distintos momentos históricos: Segovia escribió sobre la Paraná de fines del siglo XIX, Arlt llegó a recorrer nuestras calles en 1933 y, por último, Villanueva registró la ciudad en su escritura como si fuera un paseante santafesino, publicando los artículos en el diario El Litoral entre los años 1942 y 1946.
Ruta literaria
La convocatoria en Plaza de Mayo fue numerosa, a pesar del intenso calor de la tarde. Estudiantes, docentes y también público en general se reunieron en torno al fuego del relato de Silvina Suárez, narradora del colectivo «Paraná te cuento».
La primera parte del trayecto, en Plaza de Mayo, estuvo guiada por la obra de Amaro Villanueva. En «Intimidades monumentales de Paraná», Villanueva imaginaba la conversación entre el San Pedro de la catedral y el San Martín del monumento central de la plaza, que señala al oeste, como si hablara con el Urquiza del monumento ubicado al final de la Alameda.
Más adelante, en la continuidad de Andrés Pazos y 25 de junio, tuvo lugar otro de los relatos de Villanueva que recupera, justamente, la historia encapsulada en esa calle, que lleva la fecha en que el Pueblo de la Bajada del Paraná fue elevado a la categoría de Villa y el nombre de quien fuera el primer alcalde. Escribía Villanueva:
«Y con estas dos calles de Paraná sucede algo curioso: casi siempre se les erra el zaque, en la correspondencia postal: a 25 de junio se le merma un mes o se la deja colincha, escribiéndola 25 de mayo; a Andrés Pazos se lo eleva, de alcalde, a secretario de la Primera Junta, escribiendo Juan José Paso. Evidentemente, le hemos hecho la rabona a la historia nacional.
Pero no se crea que, aquí, en esta ciudad, tampoco son muchos los que saben a ciencia cierta qué diablos se ha querido conmemorar con la designación de esas calles».
Suárez invitó a observar los testigos históricos de esta arteria y a imaginar también sus posibles charlas: el Palacio Bergoglio –en la esquina que hoy ocupa la casa de electrodomésticos Musimundo–, a su derecha unas casas más allá –para quien observa– el ex Policlínico Ferroviario y a la izquierda, bajando por 25 de junio, el gran Teatro 3 de Febrero.
Por su parte, Arlt tomó protagonismo en el recorrido de la peatonal con el texto «Calles de Paraná», donde el escritor registraba en uno de sus pasajes:
«He entrado a la calle principal, es decir, San Martín. Todas las calles principales en las ciudades de provincia se llaman San Martín. Clasifico escrupulosamente el comercio.
Al 300. Casas fundadas en el año 1900. Tiendas donde despacha el padre viejo y en su compañía el hijo de tremendos bigotes también atiende simultáneamente, en compañía de su mujer, a un minúsculo parroquiano. Tres personas atienden a un párvulo. Se pone el mantel en la mesa, para servir una castaña en un plato.
Al 400. Cuento doce letreros modestos. La calle se torna importante aquí.
Al 500. Pleno centro comercial. Una magnífica fachada crema de bananas, con arcos moriscos y ábsides bizantinos. Sede del diario entrerriano La Acción, de la mañana. Salud, colega.
Junto al bello edificio de La Acción, la fachada horrible, alquitranada, color peste y vómito negro, de un comercio de óptica. Decorada por un discípulo del Greco. Sí, del fúnebre y siniestro y longitudinal Greco».
Arlt criticaba a un comercio que, más que óptica era un bazar, y se llamaba «Los novios». Más adelante, la exageración se torna positiva en el relato cuando afirma que «de pronto se piensa que aquí podría uno convalecer de una larga enfermedad, o encerrar la luna de miel de un matrimonio de ensueño, o refugiarse para siempre lejos de las vanidades del mundo (…) y se siente, sin poder explicar por qué, que Paraná es una ciudad que merece ser amada y recordada (…)».
Cruzando la Plaza Alvear en diagonal, el recorrido se detuvo brevemente en la fuente que Villanueva describía así: «la base del fuste está rodeada de sirenas, que se apoyan en sus escamosas colas, yerguen el busto y echan hacia atrás la cabeza humana, para tocar un cuerno que sostienen en sus manos levantadas y de los cuales brotan otras tantas columnas de agua que irradian hacia todos los vientos (…) Fuentes, flores del otoño, arbustos de agua, amigas nuestras y de los jardines, espejos de las nubes y de las estrellas…».
Por último, al llegar a la desembocadura de la plaza, donde inicia Alameda de la Federación, fue el turno de Segovia con «El bautizo de la Alameda».
Allí, se sortearon libros de la colección de EDUNER y se invitó, a quienes se sintieran interpelados por el recorrido, a hacer una breve narración como si fueran paseantes descubriendo la ciudad y enviarlos a paranatacitadeporcelana@gmail.com, para ser publicados en este mismo portal de FCEDU-UNER.
Próximas ediciones
El equipo organizador destacó que esta fue una primera experiencia que buscará reeditarse el año próximo con la participación de escuelas, promoviendo el acceso a la literatura y a la apropiación cultural de los espacios. Asimismo, se buscará expandir el recorrido por otras zonas de Paraná que los Cuadernos de las orillas visitan, por ejemplo, en Islote Municipal (autores varios) y Pomas a las cosas de la calle sucia, de Nicolás Jozami.