En 2004, aún bajo el efecto de los coletazos de la crisis, surgió por fin el Comedor Universitario en Paraná, un hito en la política de Bienestar Estudiantil gestionado por las Facultades de Ciencias de la Educación, Trabajo Social y Ciencias Económicas de la UNER | A 15 años de su creación, recuperamos testimonios de docentes, autoridades, estudiantes, becarias, becarios y personal del comedor, que recuerdan su historia y remarcan la importancia de que exista ese lugar donde poder comer para seguir estudiando.
Todavía se sentía la crisis del 2001 y «la mayoría de nosotros eramos jóvenes docentes de la UNER que veíamos la necesidad de acompañar, de hacer algo para asegurar la comida», dice Sandra Arito, hoy decana de la Facultad de Trabajo Social. En aquel momento Eduardo Muani era el decano de Ciencias Económicas; María Laura Méndez, la decana de Ciencias de la Educación y Eloísa De Jong, de Trabajo Social. Los centros de estudiantes empezaron a trabajar con las autoridades para construir un proyecto unificado de comedor y a exigir una respuesta institucional a la Universidad. «Todos juntos llevamos esta propuesta al Consejo Superior porque estábamos convencidos de que era importante y necesaria para los tiempos que corrían», destaca Eduardo Muani, que actualmente volvió a desempeñarse como decano de Ciencias Económicas.
Si bien no fue aceptado rápidamente en el Consejo Superior, «el trabajo y la participación en bloque de las tres unidades académicas, a partir de la fortaleza de los centros de estudiantes, hizo que este proyecto se apruebe finalmente», agrega Muani. Hoy, con 15 años de funcionamiento ininterrumpido, enorgullece la lucha: «Sin lugar a dudas, el comedor universitario de Paraná ha sido un hito en la política de Bienestar Estudiantil», señala la decana de la FCEDU, Gabriela Bergomás.
Bergomás, en aquel momento Secretaria de Extensión de la Universidad, destacó las gestiones y predisposición de las autoridades universitarias de entonces: Mario Doce, secretario de Bienestar Estudiantil y Eduardo Asueta, rector. Además, señaló que la gestión asociada entre las tres Facultades le da al comedor un valor especial, porque la Comisión Administradora tiene representación de decanos y decanas, de los centros de estudiantes y de becarios y becarias. Es un espacio de representación que trabaja con el objetivo común de promover el acceso al plato de comida por parte de los y las estudiantes de las Facultades de Paraná en el marco de una política de bienestar estudiantil y de un derecho que la comunidad universitaria entiende como un aspecto que propicia la permanencia estudiantil en la Universidad.
Desde los cimientos
Desde aquel momento hasta la actualidad, frente a una nueva crisis económica, el comedor es un derecho conquistado para la permanencia universitaria: «Es una de las herramientas indispensables para la posibilidad de muchos y muchas estudiantes de poder continuar con sus estudios. El hecho de acceder a una necesidad tan elemental como la comida y de alguna manera solucionar lo que implica como problema –por tiempos, recursos, compra de los insumos, aportes nutricionales, todo lo que desde el comedor está cubierto– es alivianar una carga que no es menor para cualquier estudiante», sostiene Sandra Arito.
Cada día, el equipo de trabajo se prepara para recibir un número creciente de estudiantes de nuestra Universidad y de UADER. También asisten docentes y personas que disfrutan del servicio de manera particular. No hay cupo, por lo tanto, nunca saben cuántas personas van a almorzar y hay días más pesados que otros. El número de comensales ronda entre 300 y 400 y «cada vez aumentan más», dice Guadalupe Boc-ho, una de las becarias.
El equipo de becarios y becarias estudiantes va transformándose, pero hay dos personas que lo han apuntalado durante los 15 años: Katty Eyssartier –»el alma máter» desde el momento cero, según los relatos– y María Inés Haberkon.
«Katty fue convocada para trabajar en el comedor y con su calidez estuvo desde el primer momento hasta el día de su jubilación. Conformó equipo junto a María Inés, quien fue nuestra pionera en la parte de la cocina, siendo un poquito maestra, mamá, guía de todos los estudiantes. Por su trabajo se han consolidado como un equipo humano de excelencia. Para nosotros ésto es un orgullo», cuenta Muani.
María Inés, la cheff responsable del área de cocina del comedor, empezó a trabajar en 2006, tras ganar un concurso. Venía de cocinar en el Hotel Maran Suites and Towers y se encontró con un grupo de 21 estudiantes, una administradora, compromiso y amor por el comedor, pero ningún equipamiento o indumentaria. También fue necesario capacitar al equipo en higiene y cuidados alimentarios. «Decidí asumir la responsabilidad de hacer de ese espacio lo que hoy es, siempre acompañada por Katty y por los estudiantes», subraya María Inés. Su función es planificar los menúes, «tratando de hacerlos equilibrados, variados y saludables, controlando la higiene, la inocuidad de los alimentos». Además es la encargada de coordinar los horarios con los estudiantes, «priorizando siempre sus horarios de cursada», remarca esa jefa que al tiempo pasa a ser «la mamá, la amiga, la que contiene, la que pelea para que no dejen de estudiar, para que no se vuelvan los chicos que son de afuera».
Bien-estar estudiantil
Entonces, el comedor universitario, además de ser un lugar adonde encontrar un plato de comida –tal como si fuera una casa–, es un espacio de contención para sus becarias y becarios estudiantes.
«Para mí, el comedor es una salvación. Primero, porque además de la retribución económica por mi trabajo, me ofrece una obra social –que es importantísimo– y dos viandas por día. Y también por las relaciones que establecemos trabajando: amistades que construimos con becarios de las otras facultades, eso es algo impagable. También la relación con nuestra jefa, que es María Inés, o con el contador. El comedor nos da muchísimas cosas positivas y además nos hace entender a la Universidad desde otra mirada», cuenta Mateo Gamarra, estudiante de la FCEDU, becario desde mayo del 2018.
Guadalupe Boc-Ho trabaja en el comedor desde abril del año 2016, cuando todavía funcionaba en el viejo edificio de Andrés Pazos. Hoy se encarga de llevar el control de stock junto a María Inés. «Para mí el comedor significa demasiado –cuenta–. No sólo he creado buenos amigos y buenos lazos de compañerismo, sino que he tenido un apoyo muy grande a través de mi jefa, que en mi caso representa hasta una mamá, porque no soy de acá, soy de Villaguay, entonces al estar sola, la tengo a ella todos los días preguntándome cómo voy con la facu. Mas allá del quehacer del día a día, ella siempre está atenta a cómo estamos, qué hacemos, si nos falta algo».
Además de una madre postiza, el comedor «me dio la posibilidad de seguir estudiando. No sólo porque tenemos la posibilidad de comer ahí todos los días, sino porque la remuneración de la beca ha ayudado a que me pueda mantener, más que nada ahora, en tiempos de crisis. El comedor te da la paz de de saber que podés seguir estudiando, seguir aprendiendo y que no te va a a faltar, por lo menos, el plato de comida«, termina Guadalupe. A Florencia Crozza, le pasa lo mismo. Tiene 20 años, ingresó a la FCEDU en el 2017 y en el comedor, encontró compañeras de la Facultad que la sostienen y que –paradójicamente– antes no cruzaba.
«Se van creando vínculos de afectos, de compromiso. También hay conflictos que me ayudan a crecer, a pensar distinto, a ir empapándome de su juventud, de sus ganas de cambiar el mundo. Son todos muy distintos y me ayudan muchísimo a ver la vida de otra manera», dice María Inés Haberkon y se emociona. «Me siento orgullosa cuando los veo que se reciben y que logran el objetivo por el que estuvieron ahí adentro. Hay muchos chicos con los que tengo un vínculo desde mis inicios hasta hoy, que los veo que han crecido, que son profesionales. Sé del esfuerzo que es venir de afuera, pagar alquileres, estudiar y trabajar. Y el comedor brinda un espacio donde estar acompañados. Espero que lo siga brindando por muchos años más y que yo siga estando ahí», termina, habiendo dicho también «feliz cumpleaños a mi comedor».
Sobre el Comedor
El comedor abre sus puertas de lunes a viernes de 12:00 a 14:00 para la venta del plato del día y de 14:00 a 14:30 para la entrega de viandas. Está ubicado en Andrés Pazos 406, esquina La Rioja.
Podés comer allí mismo o retirar tu vianda, sólo necesitás tener a mano la libreta universitaria o una constancia de alumno regular vigente, para presentar al comprar tu ticket.
Producción general: Belén Cacik
Texto: Rocío Fernández Doval
Fotos: Paula Kindsvater