Los talleres de Comunicación y Teatro del Programa de Extensión de la FCEDU mostraron lo producido durante el año en las unidades penales de Paraná.
Integrantes de los espacios educativos promovidos por el equipo extensionista del Área de Comunicación Comunitaria de la FCEDU en las cárceles de Paraná, mostraron sus producciones teatrales de manera conjunta durante la tarde del miércoles 4 de diciembre.
Benito, nosotras y otras compañías y El viaje empieza en la cabeza, la libertad también, fueron las piezas producidas durante el ciclo lectivo 2024 en las Unidades Penales N° 6 Concepción Arenal y N° 1 Dr. Juan José O’Connor respectivamente, resultado del trabajo creativo colectivo de este año.
Transcurría la siesta de un día no tan caluroso como lo usualmente esperado en el último mes del año. En el predio arbolado de la cárcel de varones nos recibieron un viento fresco, un cielo indeciso y un intento de lluvia que apenas humedeció el biombo, los vestuarios y las tribunas, pero que, por suerte, no nos obligó a trasladar nuestro improvisado escenario adentro.
Luego de unas breves palabras de bienvenida al público, las mujeres del taller que se desarrolla en la Unidad Penal N° 6 dieron rienda suelta a sus creaciones. Benito, nosotras y otras compañías es una obra que consta de tres escenas inspiradas en los mitos sobre algunos fantasmas que deambulan en la cárcel. Las historias pudieron reconstruirse a partir de los relatos que surgieron en los encuentros de taller, de apariciones que ellas mismas presenciaron o que recopilaron de otras compañeras e incluso de trabajadoras penitenciarias. Para mostrarlas, salieron a escena todas juntas, recorriendo el espacio en fila, como en una especie de ritual, tocando un tambor y entonando una canción al ritmo de Sentimiento Villero, de Pibes Chorros:
Solos, tristes, se refugian en sus guaridas.
Asustando, van cantando su dolor.
Buscando la libertad que no tuvieron,
pasan noches, pasan días y aquí están.
Bien sabemos, ellas quieren libertad.
Bien sabemos, ellas quieren libertad
¡y mandarse a mudar de acá!
El fantasma Benito —con su traje, sombrero, anteojos negros y un cigarrillo en la boca—, la Mujer de Blanco y El Niño fueron los personajes principales que dejaron ver, a través de metáforas y guiños, la cotidianidad que se vive día a día en los pabellones. Mediante estas interpretaciones, las estudiantes de Comunicación y Teatro dieron a conocer parte de la realidad que transitan durante el cumplimiento de sus condenas, en el que están presentes el miedo, la angustia, la compleja forma de ejercer la maternidad en el encierro, las rutinas hostiles, pero también el apoyo y el compañerismo que tienen unas con otras.
Por su parte, los estudiantes del taller del penal de varones interpretaron El viaje empieza en la cabeza, la libertad también, compuesta de igual manera por tres escenas que relataron los extraños sueños de Bautista Benjamín Barrios, el personaje principal que pasando por todas las escenas nos invitó a soñar despiertos y a jugar con la imaginación para “sacar la cabeza del encierro”, como siempre nos dicen los muchachos cuando les preguntamos por qué eligen venir al taller cada miércoles. De un cumpleaños festejado en una playa de ensueño en Brasil al que llegan en tren invitados de distintas procedencias, pasamos a un grupo de jóvenes curiosos que se meten a resguardarse de la lluvia en la casa de una maga con la capacidad de cumplir un único deseo a alguno de ellos: “vivir una vida de película”.
Por último, un televisor también un tanto mágico, permitió a los personajes meterse dentro para diseñar la programación que desearan ver.
Todas las narraciones fueron producto de las actividades de comunicación que el equipo extensionista, conformado por docentes y estudiantes de Comunicación Social y Trabajo Social de la UNER junto a la profesora y actriz Paula Righelato, propusieron en cada encuentro semanal. Las historias de ambos grupos tienen que ver, de distintos modos, con sueños que teníamos cuando éramos niños y sueños que tenemos ahora, y que insisten en dos valores fundamentales que ponderamos en conjunto: la imaginación y la libertad.
Una vez finalizadas las obras, cantamos El Tesoro de los Inocentes del Indio Solari y entregamos los certificados de finalización de la formación, con los aplausos y las sonrisas del público de fondo.
Los nervios se hicieron sentir. La tensión propia del fin de año, también. Llega diciembre y en las unidades penales hay un cúmulo de emociones, ya que a muchos les toca pasar Navidad y Año Nuevo lejos de su familia. Ese sentimiento es difícil de sobrellevar y, naturalmente, se trasluce en las caras, en las formas de habitar los espacios y de comunicarse con los otros.
Si diciembre es un mes pesado en el “afuera”, lo es aún más en el encierro. Es por eso que adquiere especial importancia el cierre de ciclo.
Todo lo que ocurre en cada muestra anual, importa: el teatro, las canciones, el baile que se arma al final, la merienda, las charlas, la presencia de la visita, el mate, la distensión. La fiesta es fundamental para poner en común y valorar el esfuerzo que hace cada privado/a de su libertad por participar semana a semana del taller, para celebrar la predisposición de cada una y cada uno al trabajo colectivo y colaborativo —que nunca es tarea sencilla—, para desbloquear la timidez de mostrarse en público, para sentir orgullo de lo que pudimos crear.
Este evento de cierre transforma, al menos por un par de horas, la quietud en actuación y baile, el dolor en disfrute y la tristeza individual en risa compartida.
Por todo esto y por lo que aún queda por hacer, seguimos apostando por la universidad pública para todos y todas.