En la historia de los 100 años de la Facultad de Ciencias de la Educación aparece un hito destacable: la creación de la carrera de Comunicación Social en los años 80 | Una protagonista en el diseño del plan de estudios de la carrera y de la consolidación del campo de la comunicación en toda la región fue Alicia Entel | Bajo el título “Memorias de la comunicación en la FCEDU”, la docente e investigadora repasó la historia, los debates y los aprendizajes que se entraman hasta hoy en nuestra casa de estudios y en la matriz crítica, nunca mercadófila, con que la FCEDU forma a comunicadoras y comunicadores desde hace más de cuatro generaciones | La presentaron las autoridades, Gabriela Bergomás y Alejandro Ramírez, mientras la comunidad académica acompañó la transmisión de YouTube con comentarios, recuerdos y agradecimiento.
La primera vez que Alicia Entel vino a Paraná llegó a bordo de un “avioncito LAER de once plazas, donde todos íbamos sentados como en una lancha, es decir, de frente, mirándonos unos a otros. La cabina no estaba presurizada. Nunca me voy a olvidar”. Estaba cerca el regreso de la democracia cuando la llamó Marta Uranga, decana de la FCEDU en aquel momento. La propuesta era revisar la carrera de Ciencias de la Información y el perfil de Entel aparecía ineludible: había participado en el equipo de cambio de plan de estudios de la carrera de Ciencias de la Comunicación y había diseñado el plan de Diseño Gráfico –ambas en la UBA– junto a Héctor Schmucler, Patricia Terrero, Alcira Argumedo y Guillermo González Ruiz.
Alicia Entel recordará que “cuando hablamos de memorias no hablamos de una memoria. La memoria –lo sabemos por Raymond Williams, incluso– tiene su selectividad. Por eso podemos hablar de memorias dominantes, emergentes, residuales y hasta arcaicas que se traen a propósito de un acontecimiento, como lo que está sucediendo ahora. También, como decía Ludmila Da Silva Catela, hay memorias subterráneas y hasta algunas denegadas, que no se quieren decir. A mí se me van a mezclar todas”.
Era un momento fundacional para la Comunicación Social en Entre Ríos. Se habían acercado también otras personas, con recorridos diversos, como el cineasta recién llegado del exilio, Sergio Solomonoff; como Susana Frutos desde Rosario, con su bagaje semiótico; también periodistas muy importantes como Guillermo Alfieri y “como si esto fuera poco, me reencontré ahí con gente de Filosofía como Gustavo Lambruschini. Gente de arte, de letras, había mucha gente interesante”.
Empezaron entonces a diseñar el nuevo plan: “Estaba en el recuerdo Shannon y Weaver y la teoría de la información. Todavía estaban muy presentes. Yo venía con otra cabeza, había estudiado teoría crítica de la Escuela de Frankfurt y realmente trabajaba mucho en eso. Entonces lo que ahora para muchos de ustedes puede parecer obvio –Adorno, Benjamin, Marcuse o también los estudios culturales– en ese momento no existía como ámbito de estudio, reflexión y pensamiento”. El plan se puso en marcha en 1985 con “saberes que se engancharon algunos medio pegoteados, la verdad –confiesa– pero otros con gran vocación”.
Entel destacará la creación del Centro de Producción en Comunicación y Educación en el año 1988. “Es muy importante la trayectoria que ha tenido. Estuvo de director Octavio Getino. Y después hizo un paso fugaz Eduardo Mignona y dejó una inolvidable historia del radioteatro en el litoral. Tampoco puedo dejar de nombrar la famosa Agencia Radiofónica pergeñada por el Prof. Bosetti. En fin, desde sus inicios, la propia carrera tuvo una conjunción y a veces tensión entre lo filosófico y la producción, pero una no estaba reñida con otra“.
El plantel docente se armó con académicas y académicos de gran reconocimiento como Patricia Terrero, Silvia Delfino –”fue muy importante porque trajo la traducción de bibliografía de los estudios culturales, por ejemplo, Stuart Hall”–, Sergio Caletti, Margarita Graciano. “Una troupe, a veces discutíamos pero veníamos de historias políticas y académicas comunes”.
Cuando Alicia Entel llegaba a Paraná, en general, era temprano. A veces Lambruschini ya andaba por algún pasillo y le recitaba en griego el inicio de la Odisea. Otras veces, después de dar clase, se escapaba y bajaba por la ex Rivadavia hasta llegar al parque, “aunque más no fuera para ver unos minutos el río”. Se detiene ahí: “Venía de la urbe. Para mí era importantísimo ver el río”.
Otro plan de estudios
Después de la sedimentación del primer plan de estudios pudieron hacer algunas evaluaciones: “Ideado con un supremo entusiasmo, con el tiempo empezó a mostrar sus falencias. Eran demasiadas materias y además habíamos hecho materias partidas en pedazos: en vez de poner Políticas de la Comunicación, habíamos puesto Nuevo Orden Mundial, que sería como decir Informe MacBride”. Observaban una fragmentación en el plan y también otro detalle importante: “Si bien la carrera de Comunicación Social era la única del país de una universidad pública que estaba en una Facultad de Educación, la relación entre comunicación y educación no estaba desarrollada”.
Alicia Entel estuvo algunos años alejada de la FCEDU porque ganó elecciones y concursos en la UBA, pero ya promediando los noventa se hizo cargo de la cátedra Comunicación y Cultura que dictaba hasta entonces el Prof. Jorge Rivera. “Teníamos claro que debíamos formar a quienes con el tiempo iban a ser los catedráticos y catedráticas. Teníamos la función de formar una generación de recambio”, sostiene.
Además fue convocada nuevamente para participar del grupo de reforma y en el año 1998 se estrenó el nuevo plan de estudios, donde “tratamos de ser más realistas”. “Incluimos Comunicación / Educación, Procesos Culturales y Periodismo como orientaciones. Fue el primer plan de estudios del país que tenía aprobada una orientación en procesos culturales. En el 95 lo intentó la UBA y no lo logró. Si en la primera etapa fundacional la perspectiva crítica fue un nudo central, esta traía a la otra pero al mismo tiempo intentó jerarquizar la cultura, los estudios culturales, los temas de identidad, minorías, diversidades. No es extraño para mí que hoy ya se haya concretado con éxito una carrera de Gestión Cultural, había matrices para eso”.
Ya para ese momento sostenían “la idea de que somos comunicólogos o comunicólogas”: “Siempre me negué a pensar la comunicación como un campo inasible, un híbrido sin límites ni definiciones. De ninguna manera. Es una ciencia social, sí, con eje en lo interpretativo que estudia de modo complejo, incluso, la disparidad de objetos que reúne y desde mi perspectiva, dialécticamente. Estudia las interacciones simbólicamente mediadas, a veces cristalizadas en medios, otras en prácticas de actores sociales que involucran discursividades, estéticas, políticas, tecnologías; así como también mediaciones, cada vez más colonizadas. Pero el problema no es de la comunicación, es del capitalismo, del consumismo”.
Entonces, Entel remarcará: “Me parece fundamental que tengamos el orgullo de la comunicología”.
La matriz de la carrera
Comunicación Social “es una carrera que ha permitido a estudiantes y docentes ampliar la mirada desde la apreciación de un material fotográfico, un corto, un afiche hasta cuestionar o no la peculiar interpretación que hacía Althusser de Marx. O deslizarse en los deslizamientos de Deleuze. O saber qué fue el psicoanalisis. O pensar la idea de comunidad desde Esposito y también crear un Área de Comunicación Comunitaria”, subraya Entel.
Hay algo muy importante: la FCEDU “no fue ni es mercadófila”. “Sabe formar profesionales pero a diferencia de muchas otras instituciones extendidas por la patria grande y dedicadas a la comunicación, no imagina que todo es mercado”. Según Alicia Entel, y con eso se despedirá, “cierto halo crítico y cuestionador, o por lo menos no crédulo, sedimentó profundo y difícilmente vaya a romperse. Con humildad y también con orgullo me parece que algo tuvimos que ver en la sedimentación de ese sentido crítico”.