Es profesora en Ciencias de la Educación y su trayecto estuvo marcado, incluso desde antes de ingresar a la carrera, por la inquietud en torno a la Educación Sexual Integral | Tras egresar, volvió a su localidad de origen, San Agustín, en la provincia de Santa Fe, donde vive y trabaja actualmente.
«Comprender que muchos temas, problemáticas de la realidad, no se contemplan para pensar y hacer escuela fue, entre otras preocupaciones, lo que de alguna manera me convocó a estudiar el Profesorado en Ciencias de la Educación», afirma Cintia Pelosio, a casi 20 años de esa decisión.
Terminó la escuela secundaria en la localidad de San Agustín, de donde es oriunda, «un pequeño pueblo ubicado a treinta kilómetros de Santa Fe capital», precisa.
La experiencia de abordar la Educación Sexual Integral (ESI), cuando aún no existía la ley, es un recuerdo que llega cuando piensa en esos años: «En nuestra escuela se gestaban experiencias de intercambio, no sólo con los textos, sino entre estudiantes de otros cursos y escuelas. De este modo, a principios de los 2000 se creó el Proyecto de Salud Sexual y Reproductiva a cargo de la Profesora María Fernanda Pagura», señala.
Elegir estudiar en otra ciudad trajo sus propias experiencias: «Al principio me costó mucho adaptarme, sobre todo porque tenía que desprenderme, de algún modo, de mis afectos –admite Cintia–. Y si bien viajaba todos los fines de semana a mi casa para ayudar con el negocio familiar, me costaba volver cada domingo por la tarde o lunes por la mañana a la ciudad de Paraná. Con el paso de los días y ya transitando el segundo cuatrimestre de ese primer año, pude formar mi primer grupo de amigas, con las que seguimos compartiendo la vida», asegura. Esos nuevos lazos serían muy importantes al terminar el año: «Fue un fin de año muy duro y difícil, porque perdí físicamente a mi papá. Sentirme abrazada me dio fuerzas para seguir caminando a pesar de la tristeza y el dolor», recuerda.
Recorrido universitario
Según Cintia, el ingreso a la universidad y los miedos e incertidumbres serían transitados y acompañados siempre por compañeras y compañeros. «Dialogar con los textos, comprender las posiciones de autores, escuchar atentamente a docentes, tomar apuntes, juntarnos a estudiar, fueron algunas de las dinámicas que como estudiante universitaria comenzaba a adoptar y que con el tiempo se fueron profundizando», resalta, entre las prácticas que «cambiaron mis formas de comprender el mundo, mis formas de cuestionarme sobre lo que me rodea y la posibilidad de interpelarme sobre lo que sentía y cómo me sentía. Ya no era la misma».
Cuenta que en las clases de Política de la Educación –cátedra que se encontraba en cuarto año del Profesorado de Ciencias de la Educación del Plan 1985– fue donde pudo revivir inquietudes que traía desde la escuela secundaria: «En la propuesta del trabajo final, pude escribir sobre una preocupación común y personal: la mirada del patriarcado sobre el cuerpo de la mujer. A partir de las lecturas propuestas y el intercambio tan memorable que generamos con la profesora Alicia Naput, pude escribir este valioso trabajo en el que me permití interpelarme sobre la construcción social de los cuerpos en la sociedad y puntualmente en la escuela. Y digo valioso porque fue el inicio de un recorrido».
Luego, sería participante del Proyecto de Investigación «Cuerpos, géneros y sexualidades en la escuela. Prácticas y saberes en las intervenciones educativas y las políticas públicas en Entre Ríos 2003/2013», dirigido por Naput y Facundo Ternavasio, que potenciaría más tarde su trabajo sobre ESI en las escuelas secundarias.
Terminó de cursar en 2016 y egresó en mayo de 2017. «Creo que cada recorrido nos permite construirnos como personas y el paso por la Facultad me permitió aprender a mirar y vivir el mundo desde una perspectiva más reflexiva, más libre, democrática. Me permitió pensar las injusticias, para hacer justicia; el dolor, para transformarlo en valor; las desigualdades, para construir posibilidades y, sin lugar a dudas, desde la escuela secundaria, particularmente, como institución que habitamos adultos y jóvenes, este aprendizaje se podría seguir resignificando», sintetiza.
Trayectoria laboral
Sus inicios laborales fueron como docente en su «querida escuela secundaria», la Escuela de Educación Secundaria Orientada «San Agustín» o la 488, como le gusta decirle. Empezó haciendo reemplazos en diferentes materias, poco antes de recibirse. Hasta el día de hoy se desempeña allí, actualmente en dos espacios como docente titular.
«Desde el comienzo venimos construyendo el proyecto La ESI en la 488, que nace a partir de las inquietudes de estudiantes de 4° año, allá por el año 2015 en el espacio de Problemática Educativa. Este proyecto responde a diferentes interrogantes que estudiantes comenzaron a compartir en relación a la sexualidad, deseos, cuerpos e identidades, entre otros temas propios de las subjetividades», relata Cintia.
La primera actividad fue, nada más ni nada menos, que el 3 de junio en el primer Ni Una Menos. Comenzaron a leer textos de Simone de Beauvoir, Judith Butler y a «abordar la problemática de violencia de género desde al análisis de la realidad»: «Entre el intercambio generado por el interés y las ganas de hacer algo, acordamos reunirnos en la plaza del pueblo para hacer visible nuestra lucha –recuerda–. Era la primera concentración autoconvocada en la plaza principal de un pueblo de 1.000 habitantes, aproximadamente, y un tanto conservador… Todo un desafío que se potenció desde la apertura y fortaleza de les propios estudiantes».
Cintia Pelosio cuenta que el proyecto se fue potenciando año a año con la organización de jornadas anuales, que se realizan en noviembre, «en las que se pretende visibilizar y compartir el recorrido realizado durante todo el año en el espacio de Problemática Educativa». Desde 2022 cuentan con el programa radial 48.8 ESIntegral, que se emite como radio abierta en la escuela y se difunde mediante una transmisión en vivo en Instagram. Desde ese dispositivo, han trabajado temas como el derecho a la educación menstrual en la escuela secundaria, así como la violencia de género, para lo cual han conversado con referentes del área de género de la comuna de San Agustín.
Además, ha trabajado en otras escuelas secundarias de las ciudades santafesinas de Esperanza, Santo Tomé, San Carlos Centro y Santa Fe capital, «en las que también aprendí a habitar la escuela secundaria desde la hospitalidad, la amorosidad, la diversidad y la pluralidad», dice. Actualmente, también se desempeña como docente en la Escuela Secundaria Orientada N° 597 «José. A. Tur» de la ciudad de Santa Fe en el espacio de Problemática Educativa I y en el Instituto Superior de Profesorado N° 60 “27 de septiembre” de la Ciudad de San Carlos Centro, en los Talleres de Práctica Docente II y IV del Profesorado de Biología y en el Taller de Práctica Docente IV del Profesorado de Lengua y Literatura.
«Indudablemente este recorrido por la Facultad de Ciencias de la Educación, como estudiante, y por las diferentes instituciones educativas, como docente, me permite pensar en los modos de hacer escuela que estamos construyendo… en las posibilidades de pensar instituciones más democráticas, abiertas, flexibles; donde la pluralidad y la diversidad puedan construirse sin prejuicios ni ataduras», valora Cintia.
Mirar hacia atrás para narrar su recorrido, le provoca rememorar momentos, personas, lugares: «La FCEDU me hizo volver a ser estudiante; esa nostalgia rodeada de proyectos e iniciativas poderosas», comparte. Por eso, decide cerrar la entrevista con esta cita: “Deseo despertar inquietudes, ansiedades, fantasías y rabias. Deseo, al caminar, encontrar otros caminantes por el camino. Deseo, en las largas recuperaciones psíquicas y espirituales, encontrar la sanidad en la locura. Deseo, entre lágrimas, encontrar las carcajadas. Deseo, entre abrazos cargados, encontrar lo liviano. Deseo, entre rocas y amargura, encontrar suavidad y ternura. Deseo, al entrarle al miedo, romper el miedo… quebrar el miedo, deshacer el miedo. Caminar hacemos con el cuerpo, pero a veces quedamos flotando en algún lugar híper-intelectualizado y el cuerpo queda algunos pasos atrás. El trabajo, la lucha, el andar, el hacer, existe en poner el cuerpo en frente. Pensar la mente holísticamente con el cuerpo y dejar la creatividad fluir por este organismo. No busco ni perfección, ni respuestas, ni el camino perfecto, sino otro andar. Este andar me va enseñando… este andar me va enseñando… cómo volar” (Walsh 2017:486).
- WALSH, C. (edit.). (2013) Pedagogías decoloniales. Prácticas insurgentes de resistir, (re) existir y (re) vivir. Tomo II. Serie Pensamiento decolonial. ABYA YALA. Consultar.