En el marco del Seminario Actualidad del campo editorial de la Tecnicatura en Producción Editorial, se desarrolló un conversatorio con Nicolás Manzi, Bárbara Couto y Lucas Mercado, editores independientes de la región .
Crónica producida por estudiantes del Seminario
El pasado 3 de septiembre lxs estudiantes de la Tecnicatura en Producción Editorial conversaron con lxs editores Nicolás Manzi de la editorial Casagrande, Bárbara Couto de Ediciones de la Terraza y Lucas Mercado, de Azogue Libros. El encuentro virtual se llevó a cabo en el marco del Seminario de Actualidad del Campo Editorial, coordinado por el Lic. Jorge Jacobi. En el mismo, se tocaron puntos nodales del quehacer del editor, el estado actual del campo editorial y la injerencia que tuvo la pandemia por COVID-19 en el mundo del libro.
Los caminos que llevaron a estxs tres editores a inmiscuirse en la producción de libros son muy diversos. Lucas, desde Paraná, contó de qué manera su paso por la educación superior en artes visuales operó como formación para su actual tarea de editor. El proyecto nace del deseo de producir y hacer circular obra, hoy devenida en objeto libro. La identidad de Azogue está signada por la lógica de feria, el fanzine y lo autogestivo.
Por su parte, Bárbara –desde su terraza en Córdoba– señala que como comunicadores sociales, el colectivo de Ediciones de la Terraza constituye su proyecto editorial a partir de un estrecho vínculo con la comunidad. Con campañas de financiamiento colectivo, licencias creative commons y una fuerte política de acceso libre a la información, De la Terraza apuesta a la publicación de libros ilustrados con una edición puntillosamente cuidada, “hacemos los libros que nos gustan como lectores”. Como colectivo, se encuentran en la búsqueda de consolidar un catálogo que les represente.
Por último, Nicolás, nacido en Venado Tuerto y radicado en Rosario, da sus primeros pasos en el mundo editorial a partir de la materialidad y la curiosidad por cómo se hace un libro y el interés por la costura, el papel y la impresión. A pesar de estar sumergidos en las ineludibles lógicas de mercado, desde Casagrande Nicolás apunta a publicar libros de los que estar orgulloso.
El deseo por contagiar el entusiasmo es el puntapié inicial de estos tres proyectos, no obstante, lxs tres editores acuerdan en la necesidad de compartir una misma energía al interior de los equipos de trabajo. Las tareas de selección, corrección, maquetación, imprenta, distribución, se dividen de manera distinta en estos tres sellos: Nicolás, basado en su experiencia previa con El Ombú Bonsai, comenta que hace todo lo que puede hacer. Lucas apunta a la tercerización, dejando en manos expertas cada paso del proceso. Bárbara, por su parte, cuenta cómo cada integrante del colectivo de tres tiene un rol asignado de acuerdo a sus intereses y potencialidades pero, las decisiones grandes (qué publicar y la idea general de cada libro), se toman en conjunto.
La pandemia provocó un fuerte sismo en todos los sectores económico-productivos, dejando a algunos mejor parados que otros, pero sin duda reestructuró las lógicas que regían para todos aquellos proyectos que dependen de la presencialidad. En el caso de Ediciones de la Terraza, Bárbara comenta que uno de los principales ingresos del sello eran las ventas en ferias. Más allá de la pasión por viajar con una valija llena de libros para compartir, la editora considera a las ferias como “la academia de la formación editorial”, un espacio de primerísima importancia para establecer vínculos con la comunidad de lectores, editores y otrxs agentes del campo. La falta repentina de estos espacios los obligó a buscar otros trabajos por lo cual la editorial quedó relegada a un proyecto de tiempo libre. Cabe destacar, en esta línea, el gran aliciente que propició el Plan Nacional de Lectura con la compra de libros a diversas editoriales argentinas por parte del Estado Nacional. Empero, las más beneficiadas fueron las editoriales porteñas, que nuclean casi el 80% de la producción editorial en el país.
Asimismo, lxs tres editores comentan los escollos de combinar los proyectos editoriales personales con otros trabajos como pueden ser la docencia, los servicios editoriales o la edición en relación de dependencia. En este sentido, la pandemia también compele a repensar los modos de distribución de estas editoriales medianas del interior y decidir si participar o no en las lógicas de circulación que impone Buenos Aires, el epicentro de producción editorial. Hacerse presente en Capital implica una tirada mayor de ejemplares por libro y la confianza en que esxs librerxs, desconocidos por lxs editores, pondrán a competir el material en iguales condiciones que lo publicado por los grandes sellos.
En este sentido, tanto Bárbara como Lucas trabajan con distribuidoras que les permiten hacer llegar sus libros a diversos puntos del país. En el caso de Ediciones de la Terraza, la editora considera que, a pesar del desacuerdo categorial, el mote de “libros para chicxs” que tienen los materiales ilustrados tracciona ventas. Por su parte, Lucas comenta del interés que parece tener la literatura entrerriana para lectores de fuera de la provincia.
Nicolás, por el contrario, adopta una postura opuesta y resalta el carácter de formador de públicos lectores que tienen las editoriales medianas en sus localidades: “los mercados en los que estamos no existen, los estamos inventando”.
Esta última afirmación entra en relación con otro de los tópicos que surgieron en la conversación: la falta de profesionalización del rubro editorial. Sin desmerecer el aprendizaje amateur y de carácter experiencial, lxs tres editores coinciden en la necesidad de una institucionalización de la profesión, no sólo para ahorrarle a lxs que vienen muchos errores que ellxs mismxs cometieron sino también para mejorar las propias prácticas. La profesionalización implica iniciar un diálogo que reflexione sobre el propio quehacer, poner en común la experiencia, identificar referentes a quienes consultar.
Finalmente, en relación a la consolidación de un catálogo, lxs editores coinciden en priorizar los vínculos interpersonales, tanto con lxs autores que buscan publicar como con todos los participantes en el proceso de hacer un libro. De manera más o menos intuitiva, con un criterio de catálogo en claro o no, queda a la vista una de las características sine qua non de la edición independiente: la preponderancia del cuidado de las relaciones, de los afectos que se generan con otrxs, en pos de sostener estos proyectos en el tiempo. Tanto Nicolás, como Bárbara y Lucas están en la búsqueda de generar vínculos a través de objetos, ya que como dice Bárbara “la lectura es un viaje, compartir la palabra con otrxs. Hacer libros es compartir lo mejor que unx tiene para dar”.