Experiencias de gestión cultural: Sergio Otero

Publicado el: 23 febrero, 2018 Última actualización: mayo 17, 2024

Sergio Otero es estudiante de la Tecnicatura en Gestión Cultural de la FCEDU y está sumergido en el ámbito de la producción y la gestión cultural hace ya varios años | Ha participado en proyectos como Vulcanícola, el Colectivo de Industrias Musicales Autogestionadas – CIMA, la organización del Encuentro del Cuarto Tipo, la Cooperativa Antílope y la producción de artistas como Sergio Scacchi y Ernesto Méndez | Hablamos de su experiencia, de las perspectivas abiertas por la carrera y del escenario cultural en la región .

Se define como un gestor cultural. Algunos años antes de llegar a la FCEDU a estudiar la carrera, ya recorría los caminos de la producción y la gestión, sobre todo, en el ámbito de la música.

Recuerda de esas primeras experiencias un espacio que se llamaba Archicofradía, en la Sala Metamorfosis, que en aquel momento funcionaba en calle 9 de julio. «Ahí participé junto a otros conocidos y amigos en lo que fue un espacio cultural autogestionado. Yo me encargaba de la agenda y de elegir los artistas».

También estuvo presente desde los inicios de Vulcanícola, banda de rock local con una reconocible estética visual. «Mi laburo –cuenta– estaba ligado más que nada a la producción y al despliegue en lo escénico: la escenografía, la iluminación, las producciones fotográficas. Trabajábamos en un ida y vuelta con Aitor [Aramberry, el bajista] que también era el diseñador; eso fue una parte muy importante de la propuesta de la banda».

En 2016, finalmente, se concretó un proyecto de larga data en la FCEDU: la apertura de la Tecnicatura en Gestión Cultural. «Cuando vi que se abrió la carrera, ese mismo día fui a juntar los papeles para inscribirme. Ya venía averiguando por una propuesta así, en la región no había nada, ir a Mar del Plata se me hacía muy difícil, así que no lo dudé. Creía que iba a enmarcar todo el laburo que venía haciendo hacía ya un par de años».

¿Y? «Superó mis expectativas», afirma contundente. «Hay mucha información y mucho contacto con otras personas que están en la misma situación, se empieza a generar un feedback que hace que se crezca de manera colectiva. Eso está muy bueno».

De esa forma, los proyectos empezaron a abrirse en nuevas facetas.

 

Encuentro del Cuarto Tipo

En septiembre de 2015, la terraza natural del Parque Urquiza, al lado del puente de los suspiros, se convirtió en el escenario de una «intervención cultural multidisciplinaria» –como anunciaban en la convocatoria– que devino en un festival autogestionado, a todas luces, con dos escenarios y la participación de más de 50 artistas.

«Era una idea que venía pensando y que compartí con Simón Fischbach, actualmente también compañero estudiante de la Tecnicatura. Ese primer encuentro nos pusimos todo el trabajo al hombro y llevamos adelante la organización de manera autogestiva, como producción independiente».

 

 

En 2016, se replicó la exitosa experiencia, pero ya constituidos como Cooperativa Antílope: «eso fue un laburo más colectivo que le dio una mirada nueva al encuentro; todas las miradas que pudieron curar ese festival lo nutrieron muchísimo».

Sergio sostiene que la carrera influyó por sobre todas las cosas en ese segundo Encuentro del Cuarto Tipo, porque «nos permitió darle una perspectiva mucho más amplia a la convocatoria. Por ejemplo, nos propusimos mostrar a los artistas de nuestra región y también a las organizaciones que vienen haciendo un laburo constante y muy enriquecedor, de hecho armamos un panel de experiencias culturales donde participó Barriletes, la vecinal del barrio Mitre, Mamá Cultiva, la Asamblea Feminista. Creíamos que eran organizaciones que tenían una actualidad muy atravesada por el contexto social y que era importante mostrarlas y que se encuentren entre ellos, generar redes de trabajo, vincular esas organizaciones con artistas».

En 2017 el Encuentro no se reeditó por cuestiones presupuestarias. «El grupo siempre tuvo la idea de que fuera gratuito y eso es lo que se intentó hacer durante dos años seguidos. Veremos cuándo se puede hacer el próximo, la idea –asegura– no es abandonarlo sino tratar de sostener una política que tiene que ver con el acceso a nuestros bienes culturales y poder garantizar su sustentabilidad«.

 

CIMA

Sergio Otero participó además del proceso de elaboración y aprobación de la “Ordenanza de Clubes de música en vivo y artes”, que fue elaborada por el Colectivo de Industrias Musicales Autogestionadas (CIMA) y aprobada por el Honorable Concejo Deliberante de Paraná en 2015; una experiencia que –sostiene– fue muy importante y muy rica. Sin embargo, hasta hoy en día, la ordenanza no ha conseguido reglamentarse ni que se establezca una Comisión de Asesoramiento y Regulación.

A modo de recapitulación de esa experiencia, elaboraron junto a Simón Fischbach, un trabajo que fue presentado en el 1° Congreso de Gestión Cultural de la Universidad Nacional de Avellaneda en la mesa “Legislación y organizaciones culturales”, de la que participó un grupo de estudiantes y docentes de la Tecnicatura de FCEDU-UNER en 2016.

 

Cultura autogestionada y política cultural

En relación a la cultura local, Sergio reconoce en Entre Ríos particulares fortalezas en el circuito independiente. «Hay una fuerte y muy sólida cultura independiente que se puede ver plasmada en la autogestión de distintos grupos de trabajo. Eso está emergiendo cada vez más y creo que tiene que ver mucho con la poca participación del Estado en ese terreno«. Allí apunta fundamentalmente al Teatro como ejemplo modelo de grupos de autogestión.

En ese sentido, identifica diferencias con la experiencia santafesina, donde «el Estado está más presente en la agenda cultural y en el desarrollo de proyectos culturales».

El escenario, según Sergio, se presenta complejo: «Estamos dentro de un contexto muy desfavorable en lo que respecta al incentivo y sostenimiento de manifestaciones culturales y de identidades que conforman nuestro territorio, a nivel nacional como regional. Eso es parte de las políticas neoliberales».

En ese punto, profundiza: «Hoy en nuestra ciudad –se puede notar de manera evidente– no hay un plan de trabajo, no hay un proyecto de políticas culturales, eso hace que la gente se quede sola y más aislada».

A modo de cierre, aviva la llama: «Es necesario tomar participación para poder cambiar estas perspectivas y estas miradas que tienen nuestros funcionarios de turno respecto de la gestión cultural pública. Y mientras se pueda vamos a estar poniéndole el cuerpo«.

 

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