Semblanza escrita por el Equipo de cátedra de Investigación en Comunicación en reconocimiento a quien fuera su “director de orquesta”
Hay personas que no nos dejan indiferentes, que movilizan, provocan y marcan caminos. Sergio Caletti generó todo eso y más. Forjó un lugar para las carreras de comunicación en Argentina, dejó una marca indeleble desde la cátedra Investigación en Comunicación en la Facultad de Ciencias de la Educación, e introdujo su impronta en la esfera política desde la militancia en el peronismo.
Quienes compartimos espacios de trabajo con Sergio nos vimos estimulados y sorprendidos permanentemente a partir de sus intervenciones, sus enseñanzas y de todo lo que tenía para dar. El aula era “su” lugar por excelencia. Allí desplegaba sus preguntas y respuestas para transformar las cuatro paredes en una usina de pensamiento.
En el aula se mezclaba entre los estudiantes, pasaba el micrófono, compartía mates, y con admirable paciencia escuchaba con interés a todos, para luego devolver sus preguntas incisivas.
El aula era la “mesa de disección” de los textos que se ofrecían vez a vez. Allí se hacía hablar autores y se los ponía en tela de juicio, se fustigaba al sentido común y se promovía filosofar. En el aula se construía una clase con el aporte de todos, se practicaba la democracia escuchando respetuosamente la palabra del otro, se examinaba cada punto de vista y se lo cuestionaba. Con Caletti se aprendía la tan mentada “escucha activa y metódica”. Con él aprendimos a leer los textos a contrapelo, arrojándoles todas las preguntas posibles, y a dialogar con cada autor.
En sus clases en el momento menos pensado se abrían mundos impensados con referencias a escuelas de la comunicación, mención a lugares recónditos, personajes ignotos y debates olvidados. El paseo también incluía conexiones entre la teoría y la empiria, ejemplos sorprendentes e interrogantes irresolubles.
Desde su cátedra la Universidad Pública se alzaba en vuelo, y muchas semillas se sembraban en el fragor de los problemas, los conceptos y los autores. Así, tesistas, pasantes, becarios, ayudantes, en suma, estudiantes, se multiplicaban. La tarea de este hacedor era correr los límites de lo que los estudiantes tenían para dar, incomodar, y dar lugar a otras miradas y nuevos interrogantes.
Ningún lugar institucional parecía ser suficiente para sus intervenciones, por eso Caletti se sucedía en el aula, en el trabajo de investigación, en el Consejo Directivo, en el Vicedecanto, en el Decanato, en la reunión de comisión o en su otra “oficina”, el bar.
En su universo se cruzaban el psicoanálisis, el marxismo y los problemas del lenguaje; las relaciones entre comunicación y política ponían en el ojo de la tormenta, por ejemplo, a los medios de comunicación y a las reflexiones sobre el espacio público. Tampoco faltaba el interés por la política vernácula, su respeto al oficio de periodista, y su búsqueda en la filosofía y la literatura para renovar la tarea de investigación y docencia.
Quienes fuimos sus estudiantes y compañeros de trabajo en Paraná, Buenos Aires, Quilmes, La Plata, Córdoba, México y otras latitudes, recordaremos las enseñanzas que dejó Sergio Caletti. Allí están sus textos, apuntes, entrevistas y audios para acompañarnos. Se fue el director de orquesta… pero quedan sus instrumentos. Hasta siempre compañero…
Equipo de cátedra Investigación en Comunicación