El estudio, realizado en el marco de un Proyecto de Investigación y Desarrollo dirigido por la profesora Virginia Kummer, contó con la colaboración de diversas áreas del Consejo General de Educación, cuyas autoridades estuvieron presentes en la actividad. También participaron de la presentación integrantes de los equipos de gestión de la Facultad y la Universidad, autoridades escolares, docentes y estudiantes.
Se presentaron en la Facultad de Ciencias de la Educación de la UNER los resultados preliminares del Proyecto de Investigación y Desarrollo (PID) Expectativas de jóvenes de escuela secundaria de la ciudad de Paraná (Entre Ríos) sobre el futuro: sentidos sobre la educación y el trabajo, el viernes 30 de agosto en el aula E5 con modalidad híbrida.La presentación estuvo a cargo del equipo de investigación, dirigido por Virginia Kummer, codirigido por Andrea Hernán e integrado por Esteban Castaño, Florencia Gareis, Tamara Suiva, Milagros Raffa y Agustina Favre. Además, estuvieron presentes autoridades de la UNER, de la FCEDU, del Consejo General de Educación de Entre Ríos (CGE), integrantes de algunas de las escuelas participantes, docentes y estudiantes.
El proyecto aborda como objeto de estudio las expectativas a futuro de jóvenes que se encuentran en el último año de la escuela secundaria y contempla tres dimensiones de análisis: la dimensión de la política educativa (análisis a partir de entrevistas a referentes políticos del nivel, documentos oficiales), la dimensión de las estrategias institucionales sobre la preparación para el egreso (entrevista a directores o responsables de escuela, PEI u otros documentos suministrados por la escuela) y la opinión de los estudiantes, a través de cuestionarios y entrevistas. Los resultados preliminares presentados el viernes corresponden a esta última dimensión. Un informe al respecto se presentará a las escuelas participantes de la investigación.
El estudio se realizó durante agosto, septiembre y octubre de 2023. Se aplicó un cuestionario de 46 preguntas -cerradas y abiertas- sobre una muestra que abarcó a 549 estudiantes del último año de 22 escuelas secundarias de la ciudad de Paraná -orientadas de gestión estatal, orientadas de gestión privada y técnico profesionales-.
En este sentido, la directora de la investigación, Virginia Kummer, explicó que la muestra resulta representativa en tanto abarca el 62% del universo estudiado pero “más allá de la cantidad, pusimos mucho cuidado en que cada escuela tuviera la mayor variabilidad posible, por lo que tuvimos en cuenta no solamente la modalidad de escuela -técnica, orientada- sino también el tipo de gestión -estatal, privada-, la ubicación en la ciudad y la dependencia institucional, porque en la muestra también hay escuelas preuniversitarias que dependen de la Universidad Autónoma de Entre Ríos”, dijo.
En esa misma línea, “el énfasis en el proyecto para esta primera parte estuvo puesto en la parte cuantitativa, porque cuando lo empezamos a pensar lo vimos como un gran área de vacancia y además esta decisión nos permite poder generalizar los datos, lo que nos provee a nosotros y a la política educativa, una enorme cantidad de información desde una visión de conjunto atravesada por las variables consideradas”, señaló e indicó que el trabajo de investigación prevé continuar en los próximos meses con entrevistas a estudiantes para un posterior análisis cualitativo.
Al tomar la palabra, la decana de la Facultad de Ciencias de la Educación, Aixa Boeykens, felicitó y agradeció al equipo de investigación por el trabajo realizado, el que “articula claramente una construcción del conocimiento situado y en conjunto con otros espacios del ámbito educativo. Valoro enormemente que esto se haga desde nuestra Facultad en relación con el Consejo General de Educación y las escuelas, porque creo que en contextos como el presente, en el que a veces la universidad está cuestionada, con problemas en cuanto a la asignación de presupuesto, entre otras situaciones que la ponen en el escenario del debate público, es importante ver las distintas acciones y funciones que cumplimos desde el ámbito universitario, y esta construcción de conocimiento articulado es una de ellas”.
Asimismo, dijo que se trata de un estudio “muy potente, sobre todo para quienes nos interesa muchísimo cómo pensar en las juventudes y en sus trayectorias, porque sabemos también que son diversas y que más allá de pensar en que son el futuro, interesa qué nos tienen que decir hoy en el presente”. En ese sentido, valoró “la intención de que este trabajo vuelva a las escuelas y siga circulando, porque me parece que es muy necesario en tanto este material producido es un punto de partida sobre el cual todos podemos continuar trabajando”.
Por su parte, el director de Educación Secundaria del CGE, Omar Osuna, expresó: “Celebro profundamente que éste haya sido un trabajo mancomunado entre el Consejo General de Educación y la Universidad porque creo que es la única forma de poder diseñar políticas públicas y políticas educativas de impacto. Estamos pensando seriamente en una política educativa que tenga que ver con una resignificación y una reestructuración de los espacios curriculares y en ese sentido, este trabajo nos interpela, nos pone en tensión y nos desafía; entonces desde el Consejo, sus direcciones y creo que hablo por nuestra presidenta, Alicia Fregonese, estamos más que abiertos a ello porque justamente la política que hoy queremos desarrollar es la de un sistema basado en la centralidad del estudiante en los procesos educativos”.
En ese mismo sentido, la directora de Información, Evaluación y Planeamiento del CGE, Emilia Sosa Passarino, destacó la investigación porque, desde el lugar del diseño de la política educativa, “la escuela que tenemos que pensar, creo que tenemos que pensarla con los estudiantes y no solamente entre profes, en el aula universitaria o atrás de un escritorio”, dijo. “Nos inspira mucho que ustedes hayan hecho estas encuestas y estén en proceso de hacer entrevistas porque creo que es por ahí también donde nosotros podemos ir conociendo qué tipo de escuela están esperando los estudiantes, para qué la necesitan, que son preguntas que no se pueden resolver simplemente entre las 10 personas que estamos al frente de las direcciones del CGE, entre quienes una de las interrogantes que veníamos pensando y de las búsquedas que veníamos haciendo era cómo tener la voz de los estudiantes”, valoró.
A su turno, la directora de Educación de Gestión Privada del CGE, Judith Trembecki, reflexionó sobre los resultados de la investigación y consideró que significan “un aporte valiosísimo para poder seguir pensando la política educativa, la escuela secundaria, todos juntos”. En ese sentido, remarcó que el estudio plantea nuevos interrogantes en base a los cuales desarrollar estrategias de acción e instó al equipo de investigación “a conversar y trabajar con los equipos técnicos del Consejo General de Educación”.
Además de las personas mencionadas, en la actividad estuvo presente la vicerrectora de la UNER, Gabriela Andretich; el secretario Académico de la Universidad, Guillermo Gabriel López; el vicedecano de la FCEDU, Carlos Marín; el secretario General de la Facultad, Ignacio González Lowy; la secretaria de Investigación y Posgrado, Silvina Baudino; la secretaria Académica, Milagros Rafaghelli; entre otros.
Algunos resultados
Del total de la muestra de estudiantes de secundaria de Paraná, el 95% manifestó que vive con su familia nuclear o ampliada. “Ese sigue siendo el principal eje de convivencia del estudiante en todas los niveles y modalidades”, comentó la profesora Kummer al inicio de la presentación de los resultados preliminares.
Con respecto al mayor nivel educativo alcanzado por sus padres y madres, en escuelas estatales el 83% alcanzó la secundaria completa y en las técnico profesionales, el 80%; mientras que en las escuelas de gestión privada el 49% tiene la secundaria completa y el 37% alcanzó estudios superiores completos, “es decir que hay una diferencia muy marcada en el nivel educativo de los padres de las privadas con relación a los otros tipos de escuelas analizadas”, indicó la directora de la investigación.
Ante la pregunta de si han trabajado o no durante el cursado de la escuela secundaria, estudiantes de escuelas de gestión privada respondieron que no en el 73,8% de los casos, mientras que en escuelas de gestión estatal contestaron que no en el 64% y en escuelas técnico profesionales, que no en el 57% de los casos. “Hay una importante diferencia sobre todo en el ámbito de las escuelas técnico profesionales, donde la suma es casi equivalente entre quienes han trabajado durante la escuela secundaria y los que no”, observó Kummer.
Entre quienes sí han trabajado, en todos los casos se trata de trabajos temporarios o informales. “Hay una variedad enorme de trabajos realizados. Aparece con mucha frecuencia el hecho de haber sido empleados; están quienes también han tenido emprendimientos individuales, como diseño de página web, músico, profesor de fútbol, manicuría, pedicuría. En escuelas privadas sobresale el trabajo de estudiantes ayudando a sus padres en sus emprendimientos familiares”, analizó la profesora.
En cuanto a los motivos de la elección de la escuela y su orientación, “en general en privada y estatal la escuela es la que deciden los tutores del estudiante, por prestigio o por algún motivo práctico, como que queda cerca de su casa” mientras que “en las técnico profesionales aparecen con mucha fuerza los motivos de que a los estudiantes les gustaban las materias o querían estudiar o trabajar en algo vinculado cuando salieran de la escuela”, diferenció.
Por otra parte, ante otra de las consultas, el 89% de estudiantes consideró que luego de terminar la escuela secundaria seguirá estudiando o bien, estudiando a la vez que trabajando. “Aparece como muy importante la creencia en el valor de la educación”, consideró Kummer.
Con respecto a qué les asegura tener un título de educación superior, las mayores frecuencias indican que las y los jóvenes están de acuerdo con que la educación sigue siendo el medio necesario para acceder a un trabajo, pero éste ya no representa garantía de movilidad social ascendente o de “un buen salario”. También aparece en esta respuesta -y se repite en otras- la idea de gusto o gratificación personal vinculado a una motivación intrínseca más que a la motivación propia de la escuela secundaria, basada en notas y aprobaciones.
Ante la pregunta de a dónde pensaban estudiar luego de terminar la secundaria, el dato que se destaca es que en escuelas privadas se dio el mayor porcentaje de estudiantes que piensan irse a otros lugares para estudiar, en tanto que en escuelas de gestión estatal y técnico profesionales mostró mayor relevancia la importancia de permanecer en la región para el proyecto futuro.
Sobre las expectativas de estudiar y trabajar para qué, las categorías que más prevalencia tuvieron en los tres tipos de escuelas visitadas, fueron: “hacer lo que me gusta”, “conseguir un empleo” y “ganar dinero”. “En las escuelas de gestión estatal también aparece un elemento nuevo, que es ‘aprender cosas’ y en técnico profesionales, ‘para no estar en la calle’, de modo que eso dice mucho sobre los niveles socioeconómicos de procedencia”, analizó Kummer.
El lugar de la escuela en la transición
Por otra parte, la codirectora de la investigación, Andrea Hernán, se refirió a la dimensión de la política educativa. En ese sentido, contó que se analizó la legislación vigente a nivel nacional y provincial, así como las políticas que enmarcan la educación secundaria. “Pero sobre todo, para poder pensar el cuestionario, nuestro trabajo estuvo centrado en mirar los diseños curriculares de la escuela secundaria orientada y la educación técnico profesional para notar en cuáles de los espacios o propuestas curriculares podía residir el acompañamiento al egreso y a la transición hacia la educación superior y al trabajo. En las escuelas orientadas identificamos la materia Práctica Educativa y en el caso de las técnico profesionales, las Prácticas Profesionalizantes”, señaló.
Se preguntó al estudiante en qué espacios y con quiénes había trabajado en torno a lo que iba a hacer cuando terminara la escuela secundaria. En los tres tipos de escuelas plantearon en un porcentaje importante que no habían trabajado el tema en la escuela: 28% en privadas, 30% en estatales y 47% en técnico profesionales. “Es una respuesta que advierte sobre una situación que requiere de acciones institucionales que dinamicen los espacios que desde la normativa están previstos para el acompañamiento a la transición al mundo del trabajo y de la educación superior”, se subrayó en la investigación.
Además de los espacios de Prácticas Educativas y Prácticas Profesionalizantes, las y los estudiantes mencionaron el espacio de Tutoría y Orientación y los docentes. Las referencias a asesores y preceptores fueron escasas en referencia al total de la muestra.
En otro orden, ante la consulta de para qué ha sido útil la escuela secundaria, la opción “para seguir estudiando” aparece en todos los casos con la mayor frecuencia, lo que refuerza lo dicho más arriba con respecto al valor de la educación. “Para aprender cosas importantes” tiene la segunda frecuencia en escuelas orientadas estatales y técnico profesionales, mientras que en escuelas privadas a ese lugar lo ocupa la referencia al grupo de pares: “para conocer gente de mi edad”.
Al averiguar cómo las y los jóvenes valoraban el aporte que la escuela secundaria les hizo y debería hacerles en términos de preparación para el futuro, de la lectura de los datos resultaron valiosos aportes, en tanto tuvieron que ver no sólo con los contenidos asociados a la educación superior y/o el trabajo, sino que incluyeron aspectos vinculados a una ciudadanía crítica y participativa. Si bien se cuestionaron aspectos relacionados con un tiempo y un espacio escolar, lo que se presenta con fuerza es el planteo de la disociación teoría-práctica, sobre todo en las escuelas técnico profesionales.
“Aparece aquí la idea de que la escuela debería preparar más para el futuro en términos de estudio y trabajo, e incluso algunos precisaban cómo debía ser ese acompañamiento: planteaban salidas a ferias, que se ofreciera información sobre carreras, cuestiones operativas del orden de armar un proyecto o emprendimiento, armar un currículum. Se planteó esta cuestión de mayor intercambio con la comunidad y allí surgió también la necesidad de más prácticas, salidas a empresas, mayor articulación entre teoría y práctica. Además, entre las respuestas aparecieron algunas nociones relacionadas a la educación emocional, a los conflictos institucionales y cuestiones de convivencia en la escuela, a la importancia de tener herramientas para la convivencia social. Otra cuestión fue que la escuela debía modernizarse: había allí una demanda de más tecnologías de la información y la comunicación y también de que hubiera mayores posibilidades de desarrollo creativo en la escuela secundaria. También hubo referencias a los vínculos entre docentes y estudiantes y, por último, un conjunto de respuestas que agrupamos en la demanda de educación financiera, herramientas para la administración propia, la realización de trámites y la organización personal hacia la vida adulta”, enumeró la profesora Hernán.
En cuanto a con quiénes hablan estas juventudes sobre el futuro, “plantearon mayoritariamente que sus interlocutores son sus padres, hermanos, novios, novias, amigos y, con muy poca frecuencia, referentes de la escuela”, indicó la docente. En este sentido, remarcó: “Los resultados muestran que, en general, los actores escolares no constituyen interlocutores válidos para hablar del futuro ni funcionan como orientadores o facilitadores de la información para tomar decisiones en relación al estudio y/o al trabajo”.
Sentimientos frente al futuro laboral o del estudio
A su turno, el integrante del equipo de investigación Esteban Castaño se refirió a la tercera sección del cuestionario, el que “nos acercó a comprender mejor cuáles son los posicionamientos simbólicos, las expectativas, las preferencias y las imágenes que las y los jóvenes tienen asociadas con el mundo del trabajo y los estudios superiores”, señaló.
Con ese propósito, se preguntó al estudiantado cuáles eran sus sentimientos frente al futuro. “En la nube de palabras resultante, la noción de incertidumbre aparece con una fuerza mayoritaria y abarca entre el 75% y el 85% en los distintos tipos de escuelas. Pero paralela o simultáneamente, encontramos también en todas, con mucha fuerza, un sentimiento de confianza”, contó el docente. Y ahondó: “Algo así como que si bien objetivamente el futuro es incierto, tengo la creencia de que ‘voy a poder’ -y esto es textual de algunos testimonios de estudiantes- seguir adelante o sortear los problemas que se me presentan”.
Otra de las preguntas indagó a las y los estudiantes acerca de qué problemas les preocupaban a futuro. En un porcentaje similar al último mencionado, tanto en escuelas privadas como estatales y técnico profesionales indicaron que el principal problema de preocupación era la economía, “en contraposición a otras categorías o problemas como la oportunidad de crecimiento, la inseguridad, el desempleo, la educación, el acceso a la vivienda; lo que no quiere decir que estos elementos sean irrelevantes sino que lleva a pensar que cada uno de ellos está, de algún modo, supeditado a cómo transcurra o se desarrolle la economía en general, que aparece como un gran condicionamiento”, observó Castaño.
Finalmente, la última pregunta de la tercera sección tenía que ver con cómo imaginaban las y los jóvenes su futuro laboral a 10 años. Las respuestas fueron agrupadas metodológicamente en dos grandes bloques: el de percepciones o proyecciones positivas o favorables y el de negativas o desfavorables. En el primero, la noción que apareció con mayor frecuencia fue el deseo o anhelo de tener una situación económica familiar estable. Además, en el 80% de los casos, se perciben “trabajando de lo que me gusta”, “ganando dinero”, “ejerciendo mi profesión”, “con mi propio emprendimiento”, entre otras referencias no tan recurrentes que tienen que ver con “tener un salario con el cual vivir”, “tener un título”, “triunfando” o “siendo feliz”. “Se observa un cierto optimismo pese a que hay un reconocimiento del estado de la situación socioeconómica”, reflexionó el docente.
Con respecto al segundo bloque, las percepciones negativas o desfavorables que más prevalencia tuvieron representan sólo entre un 13% y 15% en los tres tipos de escuelas visitadas por el equipo de investigación. Allí aparece como recurrente el “no sé”, “no tengo idea”, “ni siquiera quiero pensarlo”, “no me imagino nada”, “me siento inseguro”, “me veo trabajando por un bajo salario” o “me veo trabajando por muchas horas”, entre otras. “Esto, en parte nos habla de que tienen una percepción ajustada respecto de la realidad y que también nos ayuda a desmontar o desmitificar ciertos prejuicios sociales según los cuales ‘los jóvenes están en otra’, ‘están desconectados de la realidad’ o ‘no les interesa’. Por lo que nosotros pudimos observar, tienen claro cuáles son los problemas de la realidad, sin por ello solapar sus deseos de futuro”, cerró Castaño.
Sobre la investigación
El equipo que desarrolla el presente PID de UNER se preguntó acerca de las expectativas y motivaciones de los y las jóvenes próximos a egresar de la escuela secundaria por el estudio y el trabajo, en un momento histórico y social que profundiza una ruptura que se venía dando desde décadas atrás, en la relación entre educación y trabajo. En un contexto signado por la segmentación educativa y laboral, la desigualdad de oportunidades, la precariedad e inestabilidad laboral, características del contexto actual, la transición de la escuela a los estudios superiores y/ o al trabajo, preocupa a los jóvenes, a sus familias y a la sociedad en su conjunto.
A lo anterior debemos sumar los efectos de la pandemia de Covid 19. Sus consecuencias continúan impactando en todas las dimensiones de la vida social y la educación, en su conjunto, no es la excepción.
En este marco, interesa abordar las expectativas a futuro de los y las jóvenes de Paraná sobre la continuidad educativa o futura inserción laboral, vinculando esta situación a tipo de escolaridad secundaria –gestión, modalidad y orientación curricular de la institución-, y otras variables de identificación de la muestra, tales como género y nivel socioeconómico, vinculado este último a la localización de cada escuela secundaria.