Por Alejandro Ramírez
Docente y vicedecano de la FCEDU-UNER*
Cuando en 1985 la Facultad de Ciencias de la Educación modifica no sólo el Plan de Estudios de la entonces Licenciatura en Ciencias de la Información, sino también el propio nombre de la carrera que ahora pasaba a llamarse Licenciatura en Comunicación Social, Jesús Martín-Barbero terminaba de escribir “De los medios a las mediaciones. Comunicación, cultura y hegemonía”, que finalmente sería publicado en 1987.
Argentina –y en general América Latina- atravesaba un período de transición democrática que abrigaba –entre otras tantas cuestiones- la expectativa de la democratización de las estructuras de comunicación, cuyo antecedente se sustentaba en las experiencias de comunicación alternativa surgidas durante la sangrienta dictadura precedente.
En nuestro continente las primeras investigaciones y ensayos teóricos acerca de la comunicación desde una perspectiva propia tuvieron a los medios masivos como eje, y en particular a su rol como soporte fundamental de la ideología dominante, “acusándolos” de ser instrumentos del imperialismo cultural, en abierta crítica a la “Comunicación para el Desarrollo”. Pero a mediados de los ’80 se observa un debilitamiento de «la utopía revolucionaria» y Martín-Barbero propone una ruptura con lo que Mattelart había llamado contrafascinación del poder, es decir contra el imaginario de muchos estudios que –enancados en el imperialismo cultural- habían instalado la idea de un poder omnipotente de los medios -sin fisuras- por donde pudieran pensarse las diferentes percepciones culturales.
En este contexto, en 1987, Jesús Martín-Barbero publica dos textos: “Procesos de la comunicación y matrices de la cultura. Itinerario para salir de la razón dualista” y “De los medios a las mediaciones. Comunicación, cultura y hegemonía”. El primero es el antecedente inmediato del que sin dudas constituye un texto de fundación del Campo de la Comunicación Latinoamericano (CCL), porque “De los medios a las mediaciones…” produjo un replanteo de las miradas y el cambio del lugar de las preguntas para investigar las preocupaciones del CCL, las cuales -a partir de esta obra- se proponían abordar desde las culturas populares y las mediaciones; así como también su enorme aporte a la problematización de la relación Comunicación/Cultura que ya el CCL ya venía trabajando desde años antes (García Canclini y Schmucler, entre otros).
Con este texto, Barbero tuvo como objetivo “cambiar el lugar de las preguntas, para hacer investigables los procesos de construcción de lo masivo por fuera del chantaje culturalista que los convierte inevitablemente en procesos de degradación cultural. Y para ello investigarlos desde las mediaciones y los sujetos, esto es, desde la articulación entre las prácticas de comunicación y movimientos sociales” (que suponía pasar “De los medios a las mediaciones”); perspectiva que incorporaba la comprensión del mestizaje de nuestra cultura, lo popular como interpelándonos desde lo masivo, y –en definitiva- proponiendo nuevos modos de investigar desde el campo de la comunicación.
A 30 años de su libro, el propio J.M.B. twitteaba: “El concepto de ‘mediaciones’ no es que ‘los medios median’, sino que los medios entran en relación: Medios y sociedad, medios y vidas cotidianas, medios y movimientos sociales, medios y estructuras de producción. Debemos cambiar de mirada: dejar de analizar los contenidos para ver qué hace la gente con lo que ve” (18/06/2018).
Jesús Martín fue un gran analista, un teórico que marcó un antes y un después en el campo de la comunicación, pero también un gran polemista sobre la investigación y crítico de los planes de estudio de las carreras de comunicación, como cuando en 1994 afirmó: “el campo que hasta hace poco acotaban con nitidez las demarcaciones académicas ya no es más el campo de la comunicación. Nos guste o no, otros desde otras disciplinas y otras preocupaciones, hacen ya parte de él. Necesitamos asumir el estallido y rediseñar el mapa de las preguntas y las líneas de trabajo”, donde lo decisivo es “la superación de la tendencia a adscribir los estudios de comunicación a una disciplina, y la conciencia creciente de su estatuto transdisciplinar”.
En “De los medios a las mediaciones”, Martín-Barbero explica cómo se produjeron esos desplazamientos temáticos en el campo de la comunicación de América Latina: “los procesos políticos y sociales de esos años –regímenes autoritarios en casi toda América del Sur, cercadas luchas de liberación en Centroamérica, emigraciones inmensas de hombres de la política, el arte y la investigación social- destruyendo viejas seguridades y abriendo nuevas brechas nos enfrentaron a la verdad cultural de estos países: al mestizaje que no es sólo aquel hecho racial del que venimos, sino la trama hoy de modernidad y discontinuidades culturales, de formaciones sociales y estructuras del sentimiento, de memorias e imaginarios que revuelven lo indígena con lo rural, lo rural con lo urbano, el folklore con lo popular y lo popular con lo masivo…” (Martín-Barbero, 1987:10).
La fusión comunicación/cultura comenzó a operar como un revulsivo en el mundo académico, ya que quedaba clara la pertenencia del campo de la comunicación al de la cultura y la indisociabilidad de uno y otro: “Fue así como la comunicación se nos tornó cuestión de mediaciones más que de medios, cuestión de cultura y, por tanto, no sólo de conocimientos sino de re-conocimiento. Un reconocimiento que fue, de entrada, operación de desplazamiento metodológico para re-ver el proceso entero de la comunicación desde su otro lado, el de la recepción, el de las resistencias que ahí tienen su lugar, el de la apropiación desde los usos… Pues en América Latina la diferencia cultural no nombra, como quizá en Europa y en Estados Unidos, la disidencia contracultural o el museo, sino la vigencia, la densidad y la pluralidad de las culturas populares, el espacio de un conflicto profundo y una dinámica cultural insoslayable (Martín-Barbero, 1987:10).
El mestizaje al que refiere Martín-Barbero nombra a la “vigencia, la densidad y la pluralidad de las culturas populares, el espacio de un conflicto profundo y una dinámica cultural insoslayable”; donde se vuelve necesario “tematizar las mediaciones que articulan los procesos de comunicación a las dinámicas culturales y los movimientos sociales” en A.L.. Y lo tematizado desde las mediaciones serán “las tramas de modernidad y discontinuidades culturales, de movimientos sociales y estructuras del sensorium que gravitan sobre los procesos de constitución de los discursos y los géneros masivos en A.L., las identidades y las diferencias no reducibles al atraso ni al negocio, los destiempos entre productos y modo de apropiación y disfrute, entre las tecnologías y usos, y el lugar ocupado por los medios de comunicación en la formación de las culturas nacionales” (Martín-Barbero, 1989:142).
Ocuparse entonces de las mediaciones equivalía a buscar comprender los procesos comunicativos en y desde las culturas latinoamericanas, y para ello es necesario deshacerse de las preguntas con las que se investigaba hasta entonces la cultura, y cambiar el lugar desde las que se las formulaba. Se trataba de producir un quiebre respecto de la lógica con que se pensaban los medios, poniendo énfasis en las mediaciones culturales antes que en los efectos de los medios; y en la necesidad de incluir en los estudios de la comunicación la historia, la cultura y la política que se encuentran enraizadas en las diversas expresiones culturales, en los géneros, en las narrativas populares, etc.
Por eso, en su “Panorama bibliográfico de la investigación latinoamericana en comunicación: 1985-1989”, Jesús Martín-Barbero coincide en que el tema prioritario de preocupación y objeto permanente de estudio son las investigaciones sobre políticas de comunicación, a las que reubica en el terreno de las industrias y promueve su articulación con las políticas culturales. En tal sentido afirmaba: “…si cada día es más engañoso pensar políticamente el campo de la comunicación en forma parcelada, lo es aún más pensar la renovación democrática separando las políticas de comunicación del diseño integral de políticas culturales” (Martín-Barbero, 1989:141).
El carácter polémico de su obra no sólo sirvió para abrir caminos investigativos y para cuestionar algunas perspectivas del campo, sino que también motivó algunas críticas como la que pronunció Héctor Schmucler, por el “marcado optimismo” que el libro depositaba en la capacidad organizativa de las audiencias, cuya publicación ejerció “una influencia destacada entre académicos e investigadores de América Latina”. Pero a ese estallido de fronteras y la interdisciplinariedad propuesta por Barbero, Schmucler también critica el “vicarismo de los discursos que aluden a la comunicación desde una perspectiva sociocultural, ya que no sólo han hablado en nombre de otras teorías, sino que las han degradado conceptualmente y –a menudo- las ofrecieron en traducciones simplificadas o en afirmaciones acartonadas”.
De todos modos, y a pesar de su origen español, está claro que Jesús Martín-Barbero tiene ganado su lugar como uno de los PADRES del Campo de la Comunicación Latinoamericana, dado el enorme aporte que hizo desde que en 1963 adoptó a Cali (Colombia) como residencia permanente y donde acaba de fallecer. Pero fundamentalmente desde donde produjo una obra pionera en la investigación en comunicación y que contribuyó con singular perspectiva a transformar los enfoques y las miradas de los comunicólogos de todo el mundo.
Hasta siempre querido Maestro… Y gracias por tanto!
Referencias bibliográficas:
- MARTÍN-BARBERO, J. (1987) De los medios a las mediaciones. Comunicación, cultura y hegemonía. G. Gilli, Barcelona.
- MARTÍN-BARBERO, J. (1987) Procesos de comunicación y matrices de cultura. Itinerario para salir de la razón dualista. FELAFACS, G.G., México.
- MARTÍN-BARBERO, J. (1992) Pensar la sociedad desde la comunicación. Un lugar estratégico para el debate a la modernidad. Revista Diálogos de la Comunicación Nº 32. FELAFACS, Perú.
*Fragmento de su tesis doctoral “El campo de la comunicación en los escenarios latinoamericanos: Contextos, debates, propuestas e itinerarios” (Alejandro Ramírez, UNLP, 2018)