Por Oscar Bosetti
Habrá sido por noviembre o diciembre del `87. En el patio de su casa, en la calle Álvarez Jonte, estábamos el anfitrión (el Grandote Jorge B. Rivera), Alejandro Horowicz, Leonardo Moledo y yo. Negrita iba y venía completando los platos con quesos y fiambres. La cerveza era la aliada oportuna en ese atardecer sofocante de La Paternal.
Cuando el sol ya se había despedido de otro día, apareció el Guille. Pitando un cigarrillo negro, que sería el primero de una larga serie, con su garganta arenosa y una verba fluida y llena de matices nos contó sus proyectos para gestionar la Licenciatura en Comunicación Social de la UNER.
Las horas siguieron bajo un cielo de estrellas lejanas. La picada pasó a ser la antesala de una carne al horno con papas. La cerveza quedó atrás y su lugar fue ocupado por las botellas del amable Rincón Famoso y después por los inimaginables licores de la bodeguita de Rivera. Las marcas que se fueron imprimiendo después del ‘76, la literatura, el cine, los maestros del periodismo y las menciones insoslayables a Tito Paoletti se fueron sucediendo en esa charla impar que ninguno quería cerrar.
Antes de las despedidas cuando ya era el día después, todos le dijimos que sí. Que nos sumaríamos al plantel de Profesores de la Facultad de Ciencias de la Educación.
Lo volví a ver en abril del ’88 cuando el Tata Rápido me dejó en la Vieja Terminal de la Avenida Ramírez. Apuramos un desayuno en un comedor enorme de la vereda de enfrente. A las tres de la tarde me presentó ante los estudiantes de La Radio como Medio Alternativo.
En el Aula Grande del viejo edificio de Avenida Rivadavia 106 comenzó este recorrido que continúa hasta este áspero presente. Las estaciones se fueron sucediendo. Se llamaron Periodismo Nacional e Internacional, Periodismo en Cine y Televisión, Periodismo Político. Tiempo después se sumó la fundación del Área Audio en el CePCE y la Agencia Radiofónica de Noticias, la iniciativa multimedial de Por todos los medios y las siemprevivas ganas de hacer que no tienen fecha de vencimiento. Después los nombres fueron cambiando con la Reforma del Plan de Estudios y el correr de los años.
Pero el Yiyi siguió pitando esos cigarrillos negros, alisándose el mechón que le caía hacia la frente, apasionándose con las misiones del Periodismo, embrocándose con las Instituciones, recordando la gesta de El Independiente y su cárcel durante la última dictadura cívico-militar, caminando por la Bajada de Los Vascos. En fin… serían innumerables las imágenes y las palabras que quedaron guardadas en la memoria y que ahora reaparecen.
Hace un rato nomás, el amigo Víctor Fleitas me avisó que Alfieri había fallecido a la mañana temprano. Ahora mismo me lo imagino escribiendo una nueva Crónica en Claroscuro, con el mate compañero, su boina vasca y esas ganas de contar que no se apagarán. Lo aseguro. Salute Querido Guillo, por aquí ya se te está extrañando.
Caballito, domingo 3 de junio