El 19 de diciembre falleció Héctor «Toto» Schmucler, intelectual pionero de la comunicación en Argentina reconocido a nivel latinoamericano | Víctor Lenarduzzi, docente de nuestra casa de estudios y amigo de Schmucler, recuerda su legado y calidez.
Con profundo pesar la comunidad académica argentina despide a Héctor «Toto Schumcler», uno de los principales impulsores y referentes de las Teorías y los Estudios de la Comunicación en Latinoamérica. Tras egresar de la carrera de Letras en la UNC, entre 1966 y 1969 estudió Semiología en la École pratique des hautes études, bajo la dirección de Roland Barthes.
Fundó la revista «Pasado y Presente», junto a José María Aricó, Oscar del Barco y Samuel Kiczkowski. Fueron los primeros en abordar el campo de estudios de la comunicación en el país, influenciados por la Escuela de Frankfurt y la Teoría de la Dependencia.
Entre 1969 y 1972, dirigió la revista «Los libros», donde colaboraban Jaime Rest, Juan Gelman, José Aricó, Oscar Steimberg, Eliseo Verón, Beatriz Sarlo, Carlos Altamirano, Ricardo Piglia y Germán García entre otros. Junto con intelectuales como Roberto Carri y Horacio González fue parte de las Cátedras Nacionales en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA.
En los ’70 fundó en Santiago de Chile la revista «Comunicación y cultura», junto a Armand Mattelart y Ariel Dorfman. En 1971 escribió el prólogo para el famoso libro «Para leer al Pato Donald».
Se exilió en México durante la última dictadura militar y allí participó del consejo de redacción de la revista «Controversia» con Juan Carlos Portantiero, Nicolás Casullo y José María Aricó.
Creó la cátedra Introducción a los medios masivos de comunicación en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y el Seminario de Informática y Sociedad en la carrera de Ciencias de la Comunicación de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.
Fue un intelectual comprometido con su tiempo, como Comisionado de la Universidad Nacional de Córdoba, integró la primera conformación de la Comisión Provincial de la Memoria de Córdoba y desde allí fomentó el compromiso ético y crítico con la lucha por Memoria, Verdad y Justicia.
Visitó la Facultad de Ciencias de la Educación de la UNER en reiteradas ocasiones por eventos académicos y fue profesor de Posgrado.
Despedida a Toto
Por Víctor Lenarduzzi
Miércoles 19-12-18. Estoy en Paraná y mi querida amiga Juliana Enrico me sorprende con la triste noticia: “Querido mío. Acaba de morir nuestro gran maestro y amigo Toto Schmucler. Tengo una tristeza infinita.” Maestro, intelectual, figura clave para los estudios de comunicación y la cultura, pero también la memoria y tantos otros temas… Una figura clave del pensamiento crítico que trasciende las fronteras de la Argentina. Sin dudas cuando uno tiene que pensar en un intelectual, Toto llena y desborda esa figura. “Se nos fue el que inventó casi todo” agrega mi amiga Valeria Suárez.
Estoy en la Facultad de Ciencias de la Educación, estuvimos tomando exámenes de la carrera de Comunicación. De inmediato recuerdo que al Toto le gustaba que lo invitáramos a venir a la Facu en Paraná, porque él era de Hasenkamp (creo que nació allí, o al menos se crio y vivió de chiquito), un pueblo de Entre Ríos, también cercano a Diamante (donde nací yo).
Si bien lo conocí antes en un encuentro en Tandil en 1994, nuestro vínculo se estrechó porque me puse a investigar parte de su obra, la revista Comunicación y Cultura, cuya relevancia en la historia cultural de América Latina es indiscutible. Y pude entrevistarlo y compartir muchas charlas, en las que aparecía siempre una gran lucidez y un gran humor e ironía respecto de temas que otros sacralizarían (incluida su propia historia y sus propios escritos). Cuando esa investigación se convirtió en libro, él me concedió el honor de escribir el Prólogo. Me gusta recordar que recibí ese texto por correo postal, porque nos advierte que Internet es tan reciente y que tenemos tanto por pensar e interrogar sobre la técnica, uno de los grandes temas schmuclerianos.
Con Juliana recordábamos, en medio de la tristeza, su alegría -un tipo encantador que a pesar de una vida atravesada por momentos difíciles- irradiaba eso, una calma alegría. Mi recuerdo será siempre el de una persona muy cálida. Me vuelve involuntariamente el recuerdo de esa calidez de la última vez que nos vimos personalmente en Córdoba. Se podía charlar durante horas con el de las cosas más variadas y de todo podía pensar cosas interesantes. Porque no solo era buen orador y conferencista, también era un maestro para la conversación (que podía ir desde sus experiencias en Francia en los sesenta o el exilio en México hasta los aromas y sabores de la comida).
Quienes estudiamos la comunicación y la cultura estamos seguramente habitados por sus ideas inspiradas, por sus preguntas insistentes, por su lucidez anticipatoria, por los tonos y matices con los que pensaba. Todos nos quedamos con algo de él, porque era un tipo generoso y porque ahora nos hemos transformado en herederos de su legado.
¡¡¡HASTA SIEMPRE QUERIDO TOTO Y GRACIAS POR TODO!!!