Es Profesora en Ciencias de la Educación y Especialista en Nuevas Políticas de Infancias y Juventudes por la FCEDU. Se ha desempeñado desde sus primeras prácticas profesionales como asesora pedagógica. Rita Gotardo, en primera persona.
Rita Gotardo es oriunda de La Paz y transitaba el año 2002 cuando decidió empezar Ciencias de la Educación. «Una carrera que siempre me había llamado la atención, pero que no estaba muy segura de lo que era. Lo que si sabía era que estaba vinculada con la enseñanza, el aprendizaje, la escuela; aristas más que interesantes para estudiar y recorrer».
Previamente, empezó otra carrera y pudo darse cuenta a tiempo de lo que quería ser: docente. «¿Cómo lo sabía? Tal vez porque en la secundaria era la típica caradura de querer pasar al frente, de dar una clase, explicar un afiche, escribir palabras de despedida, de bienvenida, de ida y vuelta… en fin. Ser docente tiene que ver de alguna manera con eso: poner el cuerpo».
Venir a vivir a Paraná «estuvo atravesado por un montón de factores: desarraigos, soledades, ansiedades, miedos, curiosidades, y sobre todo extrañar a la familia. Pero poco a poco eso fue calmándose cuando empecé a crear vínculos», dice Rita. Los grupos de estudio, de lectura, compartir apuntes, mates, y juntadas «nos fue consolidando como grupo hasta llegar poco a poco a la meta: ser egresado de la carrera de Ciencias de la Educación».
Rita recuerda que ser estudiante de la FCEDU significaba no sólo ser “alumna papel” sino también «ser partícipe de todo lo que acontecía:cambios políticos, sociales, culturales, económicos. «Y lo más interesante de ello era el incentivo de muchos docentes de ser parte de esos cambios, no sólo desde el debate sino desde la acción».
Uno de los docentes que la marcó y con quien luego tuvo la posibilidad de compartir equipo de cátedra, como colega, fue Andrés Borgetto. «Sus clases de Psicología Educativa, en las cuales en ese momento se desarrollaba en las clases Prácticas, junto a su ayudante Jimena Yob, la Jime para mí, con quien inicié una hermosa amistad y aún la mantengo, fueron un disparador interesante para conocerlo. Y más adelante en Psicología Social, junto a otra gran docente: Norma Barbagelatta».
También recuerda las clases de Historia de la Educación Argentina con Edgardo Ossanna, Problemáticas Filosóficas Contemporáneas con Julio De Zan, «dos docentes que ya no los tenemos físicamente, pero que han dejado un gran legado desde sus enseñanzas». También «cada una de las Didácticas». Más adelante fue adjunta de la cátedra Orientación Educacional y Vocacional, «donde también conocí un equipo increíble de trabajo coordinado por Zuni Costa, a quien recuerdo con mucho cariño».
En líneas generales, Rita señala que «es difícil decir cuál o cuáles fueron las materias que más me gustaron; porque en su totalidad esta carrera me atrapó y apasionó desde el día cero».
Trayectoria profesional
En el 2007 terminó la carrera y se recibió de Profesora en Ciencias de la Educación. «Los cinco años de esa primera formación habían sido concretados. Pero si bien todo indicaba que había terminado, en realidad estaba recién iniciando mi carrera profesional. Nuevamente los miedos, ansiedades, inquietudes empezaban a resonar. ¿Qué iba a hacer ahora?», se pregunta hoy recordando la incertidumbre de ese momento.
Al mes de recibida comenzó a trabajar en una escuela secundaria en la ciudad de General Ramírez. Su primer trabajo fue la Asesoría Pedagógica: «primero y actual –reconoce– porque desde ese momento nunca dejé de serlo».
En esa escuela empezó a adquirir las primeras herramientas profesionales y experiencias áulicas.Remarca entonces «la importancia del aula como disparador para la formación real y azarosa. Real, porque nos pone en situaciones particulares, con distintas subjetividades atravesadas a su vez de intereses e historias propias. Y azarosa porque en el aula siempre está la novedad, lo conocido y desconocido, lo que esperamos encontrar y lo que nunca encontramos; lo visible y lo invisible».
Rita trae a colación al filósofo Darío Sztajnszrajber, que en “Filosofía a martillazos” resalta: “Una clase es un intercambio, entonces lo que se da retorna. Tal vez se trate de ir por otro plano y, como muchos sostienen, dar lo que no se posee; esto es, sustraer a la clase del mecanismo de la economía. Nadie gana en una clase, todo lo contrario: nos desmantelamos. Y no hay otra forma de empezar una clase que desde la deconstrucción. Se deconstruyen las categorías de las que venimos munidos, que traemos añadidas, naturalizadas. Se deconstruye para desentramar, o sea, para mostrar las tramas en las que se vinculan todos los conceptos”.
Entonces señala que «esto es lo que nos pasa o debería pasar: desconstruirnos y desmantelarnos, lo cual en algún punto tuvo que ver con toda mi experiencia profesional. La deconstrucción constante en cada clase, asesoría, tutoría y demás intervenciones realizadas por la variedad de escuelas que recorrí como docente. Fue así que mi recorrido profesional se fue dando en diversas instituciones de Nivel Secundario». Por mencionar algunas: en Colonia Avellaneda, en la Escuela Normal “José María Torres”, en el Colegio Nuestra Madre de la Merced, en la Escuela “Del Centenario”. Y también en Nivel Superior: en la Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales de la UADER y en otros institutos de Nivel Superior, desempeñándose como profesora de materias pedagógicas y desde la coordinación de la práctica profesional.
Otras experiencias profesionales y académicas
En el 2013 comenzó a estudiar la Especialización en Nuevas Políticas de Infancias y Juventudes de la FCEDU, coordinada por Carina Rattero y Delfina Doval. Fue una posibilidad de vincularse nuevamente con la facultad desde la formación y para su trabajo final integrador estudió las “Elecciones vocacionales de los jóvenes de la ciudad de La Paz, y las representaciones que dicha elección desencadenaban”. Para la investigación tuvo la tutoría de Delfina Charito Doval «quien de manera generosa y minuciosa, tal como es su estilo, me acompañó y sugirió desde su más grandioso saber. Un nuevo título de posgrado se sumaba a mi trayectoria académica. La elección del tema tuvo que ver un poco con todo lo aprendido desde el espacio de adscripción en la cátedra y el servicio de Orientación Educacional y Vocacional».
Reflexiones sobre la asesoría pedagógica
La Asesoría Pedagógica fue el primer campo de acción en el cual se inició y que hasta hoy realiza. Ante esto adhiere a las palabras de Sandra Nicastro y Marcela Andreozzi quienes definen a la asesoría como “una práctica especializada en situación”.
En este sentido, «trabajar como asesora sugiere el compromiso con el propio saber y con la posibilidad de aproximarnos al acto del trabajo con el otro. Es decir que el trabajo del asesor es un espacio de intervención para pensar otros posibles. Y cuando hablo de intervención me refiero a lo que la etimología de la palabra alude: un venir entre; un interponerse, un intermediario. No implica intervenir sólo en aquello que no sale bien, que no funciona, que merece ser reparado y que escapa al orden de lo esperado. Tiene que ver también con la interrogación del sentido, la puesta en evidencia y el cuestionamiento constante. Tiene que ver con ayudar a reflexionar sobre las prácticas de enseñanza y los procesos de aprendizaje que se van dando lugar», define Rita.
Desde esta perspectiva, advierte que el asesor está lejos de ser quien pueda ofrecer la palabra justa, la mejor estrategia o la solución ideal para cada problema: «Es un movimiento de entrada y salida, de presencia y ausencia atravesado por una práctica que apunta a volver a mirar la institución y todas sus vicisitudes que hacen a su cotidianeidad».
Producción general: Belén Cacik