Rocío y Augusto cuentan sus experiencias de intercambio en Colombia

Publicado el: 17 febrero, 2024 Última actualización: febrero 22, 2024

Rocío Dondonei y Augusto Curvale Pautaso, estudiantes de la FCEDU-UNER, participan del programa de movilidad estudiantil de 2023 que les permite experimentar una estadía académica en Colombia.

Rocío Geraldine Dondonei tiene 24 años y, actualmente, está en la ciudad de Cartagena, Colombia, a partir de una beca de movilidad académica. Es estudiante del quinto año de la Licenciatura en Comunicación Social de la FCEDU y está cursando materias de los programas de Psicología y Derecho de la Universidad del Sinú en las sedes Santillana y Plaza Colón, respectivamente.

“El equipo docente y la comunidad estudiantil son muy serviciales y están siempre a nuestra disposición. Por cada asignatura hay un estudiante delegado que se encarga de velar por el bienestar del grupo y funciona como puente entre el docente y los estudiantes”, destaca Rocío sobre “la Unisinú”, como le dicen.

Augusto Curvale Pautaso es estudiante avanzado de la Licenciatura en Comunicación Social de la FCEDU, se ha desempeñado en el Programa de Tutores Pares y viajó a la Universidad Mariana, de la ciudad de Pasto, Colombia. En su programa de movilidad estudiantil cursa las materias Fotografía, Lenguaje Audiovisual, Producción Multimedial y Comunicación Estratégica en las Organizaciones. “El pastuso –gentilicio de Pasto– es muy gentil, muy amable. Yo creo que el frío de la ciudad no refleja la calidez humana que hay acá. Todo el tiempo me hacen sentir muy cómodo, casi como en casa, la verdad”, celebra Augusto después de sus primeros días.

 

Las particularidades de cada universidad

En el caso de la Universidad del Sinú, Rocío destaca, entre las diferencias con la universidad argentina, el sistema de evaluación. Las notas están divididas por porcentajes más o menos equitativos entre los trabajos, los parciales, la asistencia, los quiz –que son pruebas breves–, la participación y los ABP –sigla de Aprendizaje Basado en Problemas–. “Por lo que entiendo hasta ahora, los ABP son instancias de resolución de problemáticas sociales de forma interdisciplinaria, es decir con estudiantes de varias carreras. Esto forma parte de una especie de prácticas profesionales a las cuales muchos estudiantes les temen; hacen bromas al respecto porque, según dicen, suelen ser muy estresantes. Si no me equivoco, hasta ahora no me toca ninguno”, dice.

Otra gran diferencia es que entre la carga horaria de las materias, se contemplan “las horas de estudio por fuera de las clases y esto suma en los créditos”, cuenta.

“El principal contraste es que esta es una universidad privada y católica”, remarca, por su parte, Augusto, quien se considera agnóstico y desconoce muchas de aquellas costumbres religiosas. “La universidad se divide por bloques; generalmente, curso en un bloque que se llama Jesús de Nazareth, ejemplifica. Su condición de institución privada también tiene sus particularidades: “Por curso somos alrededor de 12, lo que permite, en cierto modo, que las clases sean un poco personalizadas. Cada profesor conoce el recorrido que va haciendo cada estudiante y recuerda su desempeño dos semestres atrás”, describe Augusto.

También resalta la cuestión de los recursos disponibles: “Es impresionante. Por ejemplo, tengo clases en una sala Mac, que le llaman. Es una sala de computación con máquinas muy buenas, con mucha capacidad, de última tecnología. También hay muchas cámaras que nos prestan, que tendrán un valor de alrededor de 700, 800 dólares cada una, muy caras, con lentes, focos”.

Esta última característica tiene que ver con el “enfoque orientado hacia lo audiovisual” de la carrera. “La gran mayoría de estudiantes tiene un conocimiento muy fuerte en cuestiones audiovisuales, saben manejar muchos programas. De hecho, muchas de las producciones locales son hechas por estudiantes de la Universidad Mariana. Se apunta siempre a generar un buen producto, apto para participar en premios nacionales; tienen la vara bastante alta”, resume.

En contrapartida, “acá casi todo se cobra, desde el uso de la biblioteca hasta los viajes en la combi de la universidad, que tenemos que pagarlos por nuestra cuenta. La cuota está en 3.200.000 pesos colombianos. Son alrededor de 925 dólares por semestre y hay que calcular que son nueve semestres, entonces, es un presupuesto bastante importante. Por lo que me han contado, la universidad pública, que es la Universidad de Nariño, suele entrar en paro seguido, no les aseguran los días de clases y no tienen recursos tecnológicos. Por eso, muchos eligen sacar un préstamo estudiantil y venir acá, o estudiar y trabajar al mismo tiempo. Hay mucha diferencia acá entre lo privado y lo público”, remarca Augusto.

Por último, señala que la carrera tiene un enfoque hacia lo organizacional en las empresas: “Esta universidad tiene una mirada muy empresarial. De hecho, muchos de los ejemplos que nos hacen son orientados hacia empresas. No es que no vean la comunicación como un derecho humano, pero mucha veces la ven más como un negocio, como un mercado donde se vende un producto. Te enseñan cómo cobrarlo, cómo facturarlo”.

 

Expectativas

Rocío asegura que le interesó participar de este intercambio porque “es una experiencia que todo universitario debería tener para poder enriquecer su formación tanto profesional como personal, adoptar una perspectiva más amplia sobre las disciplinas que se estudian y forjar vínculos con personas diferentes”.

Augusto, por su parte, resalta la oportunidad: “La verdad es que siento que la Facultad me ha enseñado tantas cosas, que no me va a dar la vida para devolverle todo lo que me ha enseñado. Esto es una gran ayuda que me ha dado la Universidad. Todas las personas que han trabajado para que sea posible este viaje, es para aplaudirlos, un laburazo. Acá estoy, valorando siempre la educación pública porque si no, yo creo que no podría estar haciendo esta experiencia”.

 

 

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